Morir a la deriva a siete mil kilómetros de casa: En memoria de Malick Keita y sus cinco compañeros»
4to Mono
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Nacieron en Guinea, país poseedor de grandes riquezas naturales, pero azotado por el desempleo, la pandemia y una crisis política derivada del resultado de las elecciones, algunas de esas razones empujaron a Malick y sus cinco compañeros a emprender una travesía que los condujo a la muerte
Guinea es una república africana cuya capital, Conakry, está ubicada en la costa del Océano Atlántico. En esta nación, localizada entre Guinea-Bissau, Senegal, Malí, Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona, hace 31 años nació Malick Keita. Sin embargo, no volverá a su tierra nunca más pues el lunes 1 de marzo lo encontraron muerto en una lancha en Cayo Paloma en la Costa Caribe de Nicaragua. Él y cinco compañeros de viaje murieron solos y a la deriva a más de 7,600 kilómetros de sus casas y de sus familias.
Ojeando la edición digital de La Prensa del 2 de marzo, encontré la noticia de los seis inmigrantes que encontraron muertos en una embarcación al sur de Bluefields. Solo uno de ellos, Malick portaba su pasaporte y por ese documento se supo su nombre y origen. Cuando leí la nota y vi las dos fotos de la nave se me estrujó el corazón: un pequeño bote de madera maltrecho y decolorado. En su afán por llegar a Estados Unidos, ahí pasaron al menos su último mes de vida estos seis hombres y nunca sabremos cuántos más.
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Caos y pobreza en un país rico en oro y diamantes
Guinea es un país de contrastes crueles. En su entrada en Wikipedia está escrito que “es muy rico en minerales, incluyendo la bauxita, diamantes, oro y aluminio”; pero según el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España, a junio de 2020 el 43 por ciento de la población se encontraba por debajo del umbral de pobreza. Los datos de Exteriores son demoledores: pese a que más del 60 por ciento de la población guineana es menor de 24 años, la tasa de desempleo juvenil es del 60 por ciento.
¿Fueron estas las razones que empujaron a Malick y a los otros cinco hombres a lanzarse al océano? ¿O fue la crisis política que ha dejado veinte muertos en incidentes violentos desde que se celebraron las elecciones en noviembre pasado? ¿Habrá sido la pandemia de coronavirus? ¿O el brote de ébola en un territorio que entre 2014 y 2016 tuvo 11,000 fallecidos por esa enfermedad? Las respuestas ahora yacen bajo tierra.
Los relatos de unos náufragos que ya no conoceremos
Lo que más me duele del destino de Malick y sus amigos de travesía, es saber que tuvieron conciencia de la muerte. Días y noches sin ver nada más que agua y cielo. El hambre, la sed, la desesperación, el espacio mínimo de esa barca diminuta. La esperanza apagándose en sus cuerpos desgastados. Los planes de tocar tierra y seguir a pie o como se pudiera a Estados Unidos quedando cada vez más lejos. La muerte llevándoselos uno por uno hasta que ninguno quedó vivo.
También pienso en sus seres queridos que estarán en alguna parte de Guinea sin saber de ellos. Esperando una llamada, un mensaje, una señal. De Malick Keita tal vez alguien alguna vez leerá su nombre en internet y sabrá que su tumba está en una nación lejana llamada Nicaragua, ¿pero de los demás? ¿Quiénes eran? ¿Qué edad tenían? ¿Qué padres, hermanos, parejas o hijos estarán sufriendo por ellos en este momento y también morirán dándolos por desaparecidos?
Buscando información sobre Guinea encontré un texto de El 19 digital del 1 de octubre de 2020. En él las autoridades nicaragüenses saludan al presidente Alpha Condé (reelecto bajo protestas para un tercer mandato en noviembre pasado) y al pueblo guineano por el 62 aniversario de su independencia. Con la palabrería de siempre, el texto habla de “continuar fortaleciendo los lazos de amistad, solidaridad y cooperación que unen a nuestros pueblos y gobiernos”.
Exactamente cinco meses después aparecen estos seis guineanos casi momificados. Pero esta vez desde El Carmen no se acordaron de esos supuestos lazos, pues la nota publicada es el frío reporte policial. Lo lamento mucho, Malick.
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