La hora de Nicaragua: Los siete conceptos del obispo Álvarez»
Eduardo Enríquez
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Fomentar la unidad; evitar la presidencialitis; que se trabaje por el verdadero liderazgo; que el pueblo construya su futuro; que se deponga el odio y se promueva la solidaridad para que se viva con dignidad y paz
La Diócesis de Matagalpa realizó el domingo 16 en Matiguás la celebración de la Pentecostés Juvenil, y durante la eucaristía, el obispo de la diócesis, monseñor Rolando Álvarez delineó lo que él llamó "la hora de Nicaragua" y la conducta que debe regir a los nicaragüenses para que el objetivo de eso hora se haga realidad.
La homilía de Álvarez se puede reducir en unas siete frases clave para la hora de Nicaragua: 1.- Fomentar la unidad; 2.- Evitar la presidencialitis, 3.- Trabajar por el verdadero liderazgo, 4.- Que el pueblo sea constructor de su historia; 5.- Que se deponga el odio; 6.- Se fomente la búsqueda de la solidaridad 7.- Y que toda la ciudadanía pueda convivir con dignidad.
Para el obispo de Matagalpa, esa unidad se debe dar alrededor de la búsqueda de la paz, la justicia, el progreso y la democracia institucionalizada.
Acompañaremos cada concepto con lo que monseñor Rolando Álvarez dijo al respecto en su homilía: Unidad de los nicaragüenses en el que hizo énfasis en la democracia institucionalizada.
Inmediatamente después de explicar qué es lo que debe buscar en esa unidad, el obispo Álvarez advirtió sobre un mal que ha aquejado la vida política del país: la presidencialitis: "no es la hora de llevar agua a su molino".
Pero, si no se empieza a trabajar en liderazgos, ¿cómo se pueden formar los movimientos políticos que puedan hacer propuestas a la ciudadanía? Inevitablemente, en este ambiente tan cargado de desconfianza, cualquier persona que comiencen a trabajar en la organización política será acusado de "presidencialitis".
Rolando Alvarez hace ver entonces que los liderazgos no se deben construir en lo que popularmente, y gracias al famoso libro del doctor León Núñez, se llama "el figureo"; el verdadero liderazgo debe ser silencioso y estar al lado del pueblo, trabajando como hormiga, da a entender el obispo.
Esos verdaderos liderazgos deben entonces anteponer sus interese para permitir al pueblo construir su historia. "Ya pasaron los tiempos cuando otros tomaban decisiones por nosotros", dijo Álvarez ante la multitud en Matiguás. Eso, al combinarlo con los fuertes pilares de las instituciones democráticas, garantiza que sea la ciudadanía la que construya su futuro.
Esto debería conllevar a desterrar el odio y la intimidación para evitar que se repitan conductas de grupos que fomenten el temor entre los nicaragüenses. Al existir un pueblo que tiene los mecanismos para tomar sus propias decisiones e instituciones que garanticen las mismas, se puede evitar con menos dificultad caer en la polarización y la división.
Esa sociedad que se construya con estos conceptos y comportamientos debe por ende garantizar justicia social. Un país donde las diferencias entre ricos y pobres no sean tan abismales como se han ido ensanchando en Nicaragua. El obispo de Matagalpa se valió de la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro del Evangelio de Lucas para ilustrar su punto: que la solidaridad es la que garantiza la convivencia social.
Y así, en esa hora en la que "el rico Epulón" deje de pensar que puede seguir dejando caer de la mesa las migajas que le sobran para que el pobre Lázaro las tome. Es la hora que todos los nicaragüenses se siente con dignidad a la mesa:
En un breve espacio de seis minutos, desde el centro de Nicaragua, el obispo Rolado Álvarez resumió así los puntos que deben guiar a quienes buscan que en Nicaragua no se repita la tragedia que se está repitiendo en el país desde abril del año pasado.
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