¿Qué hay detrás del congelamiento del salario mínimo»
Enrique Sáenz
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Detrás del congelamiento del salario mínimo no solo está el hambre que cada día sentirán de manera más aguda los trabajadores más pobres, sino también el fracaso económico y social del régimen
El gobierno anunció la decisión de congelar el salario mínimo para el resto del año. Esto significa que el ajuste establecido en septiembre del 2018 seguirá vigente hasta febrero del 2020. Al menos 18 meses congelado. Detrás de esa decisión hay implicaciones económicas, sociales y políticas. Pero sobre todo implicaciones humanas, ya que es una medida que agrava las penurias de miles de familias nicaragüenses.
Significa que habrá menos frijoles en las mesas, o que no habrá frijoles. Significa que habrá menos tortillas en las mesas, o que no habrá tortillas. Significa que habrá menos medicinas en caso de enfermedad, o que no habrá medicinas.
Salario mínimo congelado vs. Canasta básica en aumento
Vamos a los números. Como de costumbre, no vamos a discutir la validez de las cifras oficiales. Vamos a trabajar con los mismos datos que proporciona el gobierno.
Según el Banco Central, el costo de la canasta básica, al terminar el mes de julio, es de 14,160 córdobas. La parte de la canasta básica correspondiente a alimentos costó 9,472 córdobas. El vestuario 1,704 y los artículos de uso doméstico como jabón, luz, agua, costaron 2,983 córdobas. El costo de la canasta básica aumentó en 595 córdobas en lo que va del año. 600 córdobas para redondear.
¿Y saben cuál fue el rubro que más aumentó? La comida. Por supuesto, el costo de la comida cada familia lo mide todos los días, tres veces, en su propia mesa. De acuerdo a las cifras oficiales, la pana del mercado, o la canasta de alimentos, aumentó en 500 córdobas. En otras palabras, si los ingresos de una familia no aumentaron en 500 córdobas mensuales, pues tendrá que comprar menos frijoles, o menos arroz, o menos huevos. Lisa y llanamente, la familia comerá menos.
Pero no a todos los trabajadores les va igual, porque el salario mínimo varía según el tipo de actividad económica: sector agropecuario, sector industrial, comercio. Y así.
Dos ejemplos:
1.- Las zonas francas. El salario mínimo vigente desde el año pasado es de 5,461 córdobas. Si la canasta básica de alimentos cuesta 9,472 córdobas, significa que la familia de Rosalpina Gutiérrez, está pasando hambre. Porque Rosalpina mantiene a dos hijos, a su mamá, que cuida a los chavalos, y a su marido, que perdió el empleo y no ha podido encontrar. Asumamos que esta mujer se mecatea trabajando sobre tiempo y logra llegar a 7000 córdobas. La situación no varía mucho.
Al cierre del 2018 había 125 mil trabajadores en las zonas francas, buena parte mujeres. Tienen la suerte de tener un empleo, pero solo les da para medio comer, y cada día peor.
2.- Ahora pasemos al sector comercio. El salario mínimo para el sector comercio, transporte y turismo, es de 7,661 córdobas. Tampoco les alcanza para la comida. Y cada día menos porque, como dijimos antes, el costo de la comida subió en 500 córdobas. Y seguirá subiendo.
Esto es lo que significa en términos humanos la congelación del salario mínimo: hambre. ¿Hay que responsabilizar a los empresarios de esta situación? De ninguna manera. Para encontrar al responsable debemos ahondar un poco más. Toca volver al punto de los pregonados éxitos económicos y sociales del régimen de Daniel Ortega.
La mano de obra barata se vendía como "ventaja"
Esos salarios mínimos no son de ahorita, son los más bajos de Centroamérica desde hace rato. De hecho, en una propaganda perversa el régimen exhibía a los inversionistas extranjeros como una de las “ventajas” del país los bajos salarios. La pobreza, como ventaja para invertir. En el caso de los trabajadores, la carga del fracaso del gobierno se expresa en penurias.
Las empresas también cargan los costos del fracaso del régimen
Por otro lado, la mayoría de las empresas no estaban, ni están, en un lecho de rosas. Sus márgenes no alcanzaban, ni alcanzan, para elevar salarios de forma sostenida, pues con las tarifas de electricidad, los costos de los combustibles, las comunicaciones y las tasas de interés, apuradamente salen adelante.
Ahora cargan con el peso adicional de la reforma tributaria y de las reformas a la seguridad social. En definitiva, las empresas también cargan el costo del fracaso económico y social del régimen, con el costo que implica el aferramiento de Ortega al poder, y con el costo que entraña mantener los aparatos represivos del régimen.
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¿Todos cargamos por parejo? No. Las empresas generadoras de electricidad, con Albageneración a la cabeza, siguen esquilmando los bolsillos de empresas y trabajadores. Los negociantes del combustible siguen con sus desproporcionados márgenes de ganancia. Disnorte y Dissur siguen adulterando las tarifas eléctricas. Todos sabemos quienes son los
dueños.
¿Y sobre las repercusiones económicas y políticas?
A nivel macroeconómico, este congelamiento de salarios significa que las familias tendrán menos capacidad de consumo. Y si hay menos capacidad de consumo, los comerciantes tendrán menos ventas, consecuentemente, empresas y productores seguirán disminuyendo su actividad económica. Resultado: más crisis económica. Y este círculo nefasto seguirá operando mientras Ortega siga en el poder: Con un régimen que no respeta ni Constitución, ni leyes, ni propiedades, ni derechos ¿Qué inversionista en su sano juicio arriesgará sus dólares en Nicaragua?
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El regimen esta tan deseperado por verse bien que no sabe que inventarse, los que sabemos la realidad del asunto nos preparamos mentalmente, pobre los seguidores del gobierno cuando caigan en la triste realidad