A tres años de la Rebelión de Abril, ¿qué se puede esperar de la comunidad internacional?»
Avil Ramírez
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En medio de la burocracia que caracteriza a la diplomacia internacional, las resoluciones y condenas contra las violaciones a los derechos humanos cometidos por Ortega han abundado, sin embargo, no han logrado reducir la represión que él ha desatado contra todo el que se opone a su régimen
En estos días muchos nicaragüenses y algunos extranjeros han recordado lo sucedido en Nicaragua a partir de aquel 18 de abril 2018; efeméride que ha inspirado canciones, poesías, libros y muchos relatos que entristecen pero también renuevan la esperanza en la juventud nicaragüense. Los nombres de Alvarito Conrado, Sandor Dolmus, Franco Valdivia, Marcelo Mayorga, Gerald Vásquez, Matt Romero y muchos más, reviven lo ocurrido.
Unos eran estudiantes, otros monaguillos; más de 10 de ellos, niños. Unos eran nietos de sandinistas; otros no eran nada en la Nicaragua que algunos querían ─en su lógica─ exportar como modelo de diálogo y consenso.
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Pero de pronto lo que parecía imposible, la chispa estalló en una calle de León. Todo comenzó cuando turba de simpatizantes del régimen Ortega Murillo, cumplía su misión de desmantelar cualquier atisbo de manifestación que hiciera dudar del modelo referido y que incluso fue elevado a rango constitucional con la venia de los principales empresarios.
Nicolás Palacios, jubilado leonés protestaba porque una reforma a la seguridad social le arrebataría un porcentaje de su raquítica pensión; él se convirtió en la primera víctima. La agresión se registró en las cercanías de la facultad de derecho, en la ciudad de León, emblemático bastión sandinista.
La juventud enfrentó la represión
Las imágenes registradas en los teléfonos inteligentes, que permiten que ahora cualquier ciudadano de Myanmar, Bielorrusia, Cuba, Venezuela o Estados Unidos registre y le demuestre al mundo los atropellos de quien desde el poder abusa del mismo, dejaron en evidencia la represión del régimen.
En su afán por perpetuarse a cualquier costo en el poder Daniel Ortega violentó los derechos humanos; y desconoció los acuerdos internacionales que pretenden proteger a la ciudadanía a través de instrumentos legales, que en teoría son de "obligatorio cumplimiento".
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Además, estos instrumentos tienen carácter vinculante con el derecho interno en cada país firmante. Pero no sirvieron para nada, no evitaron la represión. Sin embargo, motivaron a la juventud nicaragüense, que supuestamente se encontraba adormilada.
La relación de Ortega con Almagro
Luis Almagro, el exministro de Relaciones Exteriores de Uruguay durante la presidencia del veterano guerrillero Pepe Mujica; y actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), era visto por muchos como "complaciente" con Ortega.
Almagro visitó Nicaragua después de las cuestionadas elecciones presidenciales de noviembre 2016; ocasión en que el régimen acordó iniciar un proceso para modernizar el sistema electoral.
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Nicaragua admite revisar su sistema electoral junto a la OEA informó la agencia alemana Deutsche Welle (DW). El reporte periodístico anunciaba la firma de "un acuerdo para fortalecer el sistema electoral del país centroamericano en un plazo de tres años"; y se hizo meses después de los controvertidos comicios en los que Daniel Ortega fue reelegido por segunda vez vez consecutiva.
Según la publicación de DW, la secretaría general de la OEA daría seguimiento a las elecciones municipales de 2017; y ayudaría a perfeccionar el sistema de representación política y mecanismos legales para su fortalecimiento. Hasta ahora nada de eso ha ocurrido.
Uno de los primeros en pronunciarse contra la represión
Almagro y la OEA fueron criticados por su tolerancia con Ortega. "Conociendo el informe conjunto del gobierno de Nicaragua y la OEA, lamentamos que se esté desperdiciando una oportunidad para evitar mayores daños al pueblo de Nicaragua. Porque la falta de democracia requiere respuestas urgentes que no pueden esperar tres años", advirtió entonces el desaparecido Frente Amplio por la Democracia (FAD).
Pero dos días después de aquel 18 de abril de 2018, Almagro fue uno de los primeros en pronunciarse por lo que ocurría. Lo hizo el 20 de abril, cuando ya se contabilizaban tres fallecidos, incluyendo un policía.
"Seguimos con preocupación los hechos de violencia en Nicaragua, y condenamos toda violencia y asesinatos contra ciudadanos. Llamamos a la paz, respeto a la institucionalidad y a aclarecer crímenes", escribió en su cuenta de Twitter. Quien meses atrás había evidenciado su admiración por Ortega durante su visita a Nicaragua, ahora lo criticaba.
Almagro olvidó que Ortega había pedido su renuncia
La sonrisa de Almagro en su reunión con Ortega parecía olvidar que en junio 2016 Ortega había pedido su renuncia. Confidencial publicó esa noticia: Ortega pide ante la OEA renuncia a Luis Almagro.
“Este reiterado comportamiento del secretario general de la OEA lo descalifica para seguir ocupando el cargo. Y Nicaragua espera, para lavar las manchas y vergüenzas de la OEA, que el secretario general señor Almagro ponga de inmediato su renuncia irrevocable ante este plenario reunido hoy en República Dominicana. Ya que él mismo con su comportamiento ilegal, irrespetuoso y prepotente se ha auto descalificado; y expulsado del cargo ocupado en la Organización de Estados Americanos”, declaró el canciller Denis Moncada Colindres en esa ocasión. Aunque en realidad lo que hizo fue servir de ventrílocuo de Rosario Murillo en la reunión de la OEA.
Sin embargo Almagro pareció olvidar lo ocurrido; y avaló la iniciativa de Ortega en la que se comprometió a revisar y acompañar la modernización de la legislación electoral para "fortalecer" la democracia.
Miles forzaron a Ortega a recular y buscar diálogo
A pesar de las bravuconadas de Ortega, cuando el sábado 21 de abril dijo que procesaría a los que estaban promoviendo la violencia; al día siguiente, ante empresarios norteamericanos de Zona Franca anunció la derogación de la reforma a la seguridad social que días atrás había firmado.
En ese momento, las expresiones de protesta popular ya no eran únicamente en Managua y en la privada Universidad Centroamericana (UCA). Se habían extendido en Managua a la UNAN, la Universidad Nacional Agraria (UNA), a la UPOLI; y también a León, Masaya, Estelí, Matagalpa, Bluefields y otras ciudades del país.
Sus aliados del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), realizaron la marcha del 23 de abril; a pesar de que Ortega había derogado la reforma a la seguridad social que originó la protesta inicial en León; y que tuvo como reacción la ola de violencia promovida desde El Carmen. Para esa fecha, ya se contabilizaban 20 asesinados, principalmente estudiantes que participaban en las protestas.
Semanas después la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), contabilizaban al menos 328 asesinados en las manifestaciones. Entre ellos incluyeron a unos 30 que se identificaban como simpatizantes del régimen. También se contabilizaban miles de heridos y barricadas con que se defendían pobladores en el 70 por ciento del país.
Comunicados, resoluciones y votaciones
Presionado por centenares de miles de nicaragüenses que protestaban en las calles de todo el país; Ortega invitó a los obispos de la Conferencia Episcopal para que sirvieran de garantes de un diálogo.
Después los descalificó y acusó de ser parte del "golpe de estado"; cuya narrativa elaboró con el paso de los días para invitar a una comisión independiente de la OEA a investigar lo ocurrido. Fue así que llegó el GIEI, a cuyos miembros expulsó meses después; cuando supo que el informe que ellos prepararon sobre los hechos investigados lo acusaba de los crímenes.
La represión de agudizó entre junio y julio; cuando desplegaron la "operación limpieza" ─igual que Anastasio Somoza designó la operación contra guerrilleros armados a raíz de la insurrección armada de septiembre de 1978─. Con dicha operación levantaron todos los tranques que mantenían paralizadas varias zonas del país. La situación empeoró con la expulsión de la CIDH y el GIEI.
Desde entonces, al menos 8 resoluciones han sido aprobadas por la OEA; entre ellas la de la Asamblea General de junio 2019, en la que participaron los cancilleres del continente.
Condenas y medidas cautelares que no han servido
Ortega impidió que ingresara al país una comisión Ad hoc para promover el diálogo; y ha rechazado cualquier participación del organismo hemisférico que acogió al FSLN en junio de 1979 para derrocar al gobierno de Somoza, cuya renuncia exigió.
Después de las resoluciones, comunicados y tweets de Almagro y la OEA; se sumaron otras resoluciones y condenas de el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; y de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Federación Interamericana de Derechos Humanos, entre otras.
Las incuestionables evidencias y los informes independientes sobre lo ocurrido, proliferaron. Por ello, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Reino Unido, Suiza han aplicado sanciones a individuos y empresas señalados de violar los derechos humanos.
Incluso, los gobiernos progresistas de México y Argentina han apoyado las resoluciones contra las violaciones a los derechos humanos cometidas por Ortega; aprobadas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.
¿Y ahora qué más vendrá?
La CIDH otorgó medidas cautelares a centenares de potenciales víctimas de la represión en Nicaragua; pero estas no han servido absolutamente para nada. Evidenciando el desprecio de Ortega por los convenios internacionales que está obligado respetar.
En conclusión, a pesar que la lenta y burocrática solidaridad internacional ha respaldado la lucha del pueblo de Nicaragua, Ortega no ha cedido en nada. A través de sus fuerzas represoras, sigue luciendo campante y fresco; y reprime a todo aquel que se atreve a enarbolar la bandera Azul y Blanco en un espacio público.
Sin importar que con dicha acción violenta los derechos de los ciudadanos; mientras pretende engañar a la comunidad internacional de caras a unas elecciones. Proceso electoral que con la propuesta de reformas que ha presentado, se quedará solo con la comparsa que no legitimará su victoria del 7 de noviembre de 2021.
Seguramente en los próximos meses, vendrán más comunicados y resoluciones; junto a condenas y sanciones acompañados de un mayor desastre económico, más exiliados políticos y económicos y más polarización.
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