A dos años de la Rebelión de Abril, la cercanía de la fecha prevista para las elecciones genera incertidumbre. A pocos meses de la convocatoria oficial, aún no hay indicios de que se aprobarán las reformas requeridas para que el proceso sea creíble; y la pandemia del coronavirus solo viene a avivar las especulaciones.
Sin embargo, el movimiento político surgido de la protesta social sigue un tortuoso camino para participar en el proceso, que tendrá que realizarse en noviembre de 2021 para elegir a las autoridades.
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El evidente desgaste del régimen, que incluso podría agudizarse por el mal manejo que está dando a la pandemia del coronavirus; junto al vacío de poder que enfrenta el orteguismo, podrían convertirse, según analistas y líderes opositores, en factores determinantes de una derrota para Ortega en las urnas.
Para Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Alianza Cívica, de no abrirse los espacios para que se aprueben las reformas electorales será Daniel Ortega el más perjudicado. Ya que al mantener el actual sistema viciado y corrupto, le sigue demostrando al pueblo y a la comunidad internacional, que en Nicaragua lo que existe es una dictadura.
“Dictadura que está dispuesta a cerrar todos los espacios democráticos. Es por ello que se hace más que necesaria la presión para la liberación de los presos políticos y la restitución de los derechos y las libertades públicas”.
Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Alianza Cívica
Violeta Granera, del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), admite que es evidente que hasta ahora la presión nacional e internacional para que se aprueben las reformas “no está dando resultados”.
Ortega no ha dado señales que indiquen que permitirá que los nicaragüenses ejerzan su derecho constitucional de expresarse a través del voto. Al contrario, mantiene su estrategia de aferrarse al poder a través de la violencia y la represión.
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Sin embargo, ya sea en noviembre de 2021 como establece la Ley Electoral o antes, la elección tendrá que realizarse.
“Eso indica que hay que prepararse para otros escenarios previos a lograr este objetivo (ganar las elecciones). Esta lucha es muy dinámica y a todos nos toca estar evaluando el contexto y ajustando las estrategias a esa realidad cambiante. Lo importante, a mi juicio, es no olvidar la demanda popular de que se vayan y lo más pronto posible”.
Violeta Granera, del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB)
Para Granera no hay duda que habrá elecciones, pero ese camino está plagado de interrogantes. “Es decir, con reformas necesarias y clima electoral, sin presos políticos ni represión. Si van a ser adelantadas o no. Y con Ortega o sin Ortega en el poder. Esas son las grades preguntas”, señala. Además advierte que si estas condiciones no se logran, el panorama de Nicaragua sería más incierto que el actual.
Ante la renuencia que siempre ha mostrado el régimen Ortega-Murillo a la exigencia de devolverle la credibilidad al sistema electoral, Manuel Orozco, director de migración, remesas y desarrollo de Diálogo Interamericano, tampoco percibe señales de que se vayan a aprobar las reformas electorales que garanticen la credibilidad el proceso.
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Orozco considera que el gran reto de la Coalición Nacional será participar en un escenario de elecciones “sin garantías”. Donde la estrategia política tendrá que girar en torno a la defensa del voto en un contexto injusto. Y en términos prácticos con un vació de poder, donde habrá presión internacional para garantizar la participación de observadores internacionales.
Granera añade que otro gran reto de la oposición es organizarse mejor. También, mantener la conexión con la población y el espíritu que generó la lucha en abril de 2018.
Para Juan Sebastián Chamorro, la pandemia debilitará aún más al régimen porque provocará consecuencias en dos direcciones: en la salud y en la economía.
En la salud de la población, porque en lugar de adoptar las recomendaciones de organismos internacionales referidas al aislamiento social e higiene, como medida de prevención, el régimen sigue promoviendo las aglomeraciones.
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Y en la economía, porque al no dar respuesta a las necesidades de la mayoría de las personas que han perdido sus empleos, agudiza la crisis que enfrenta el país desde 2018.
Granera coincide en que los efectos de la pandemia debilitarán aún más a Ortega. Aunque él erróneamente puede estar creyendo que le permitirán fortalecer su control y permanencia en el poder.
Esto, según Granera, obliga a la Alianza Cívica y a la UNAB a hacer lo posible por responder de la mejor manera que puedan, a las necesidades de la gente frente a la pandemia. Ya que la dictadura de Ortega "está de salida".
Haciendo a un lado la rápida e inútil aparición de Ortega en cadena de televisión hace pocos días, Chamorro asegura que su prolongada ausencia, deja más que claro que hay un vacío de poder.
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Por lo que, en la medida de sus capacidades, la Alianza Cívica seguirá preparando y proponiendo políticas responsables y sensatas para llenar ese vacío. Lo hará a través posiciones basadas en propuestas concretas. Como las presentadas en los distintos espacios de negociación en los que ha sido reconocida como la contraparte del gobierno.
Granera advierte que mientras no haya elecciones libres, ni la UNAB ni ninguna otra organización pueden llenar el vacío de poder y de maniobra que tiene cualquier Estado formal. Lo único que pueden hacer es estar al lado del pueblo, ayudarlo a organizarse y promover consensos que sirvan de guía en la lucha cívica, dice.
“Sé que hay críticas. Sé que nos estamos debatiendo entre una vieja cultura cuadillezca. Que quisieran ver al hombre o la mujer "fuerte" y no desconozco la importancia de los liderazgos en toda lucha. Pero me parece que una de las particularidades de esta, es la cantidad y calidad de liderazgos nacionales y territoriales emergentes o más antiguos”.
Violeta Granera, del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB)
Orozco atribuye el vacío de poder al desgaste que le han provocado a Ortega los dos años de crisis. También a la falta de coherencia que ha mostrado Rosario Murillo en la administración gerencial del Estado y al desgaste de la base política del sandinismo.
Y considera que de cara al proceso electoral la Coalición Nacional debe aprovechar este vacío y convertirlo en un punto a su favor. Para lograrlo, según Orozco la coalición debe:
Manuel Orozco, director de migración, remesas y desarrollo de Diálogo Interamericano, asegura que al momento de ofrecer cuotas de poder a los sectores, en la Coalición Nacional no se puede perder de vista que no son los partidos políticos los que ostentan legitimidad; sino que son los estudiantes, presos políticos, madres de asesinados y campesinos que salieron a la calle y que luego conformaron estas organizaciones los que ganaron ese derecho puesto que la Rebelión de Abril fue autoconvocada.
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