La pandemia del Covid-19 ha trastocado por completo la vida de los seres humanos. Y amenaza con dejar secuelas graves en la salud mental y emocional de gran parte de la población mundial. Especialmente, porque ha impedido celebrar una serie de rituales, que lo largo de la historia se han establecido para enfrentar la pérdida de los seres queridos. Eso según los especialistas provocará que el duelo por estas muertes perdure.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al 3 de julio la pandemia ha provocado más de 512 mil muertes en todo mundo. En Nicaragua las cifras oficiales reportan solo 83 decesos, pero el conteo paralelo del Observatorio Ciudadano dice que son más de 1,800.
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Pero más allá de la cantidad, la realidad es que en la mayoría de los casos las familias ni siquiera pueden confirmar que el cadáver que les entregan en el hospital es el de sus seres queridos. Ya que los reciben en un ataúd sellado, que sin mayor trámite es trasladado al cementerio para ser sepultado, casi en ausencia de la familia.
Al principio el Estado se encargaba de este proceso. Lo realizaba por las noches y solo permitía la presencia de un familiar. Pero ahora, ante el incremento de los decesos, la familia lo hace. Pero ante el temor al contagio, se mantiene la decisión de que solo una pequeña representación de la familia participe en el funeral.
La crisis de salud pública que enfrenta el mundo ha truncado toda posibilidad de vivir el duelo; que en muchos casos no inicia con la muerte, sino durante la fase terminal de la enfermedad o cuando las personas van envejeciendo y perdiendo sus facultades.
“Estos rituales a los que estamos acostumbrados y que son parte de nuestra vida, ayudan a aceptar la muerte del ser querido. Ya que a través de la compañía de amigos y familiares, se recibe el soporte emocional necesario. Además, se propicia el escenario en el que se pueden canalizar las emociones, para que cualquier muestra de dolor sea aceptable y entendible”,
Luis del Palacio, psiquiatra
En las actuales circunstancias ni siquiera decisiones tan básicas como elegir la ropa con que enterrará al difunto, o ponerle las flores que alguna vez dijo que le gustaría se usaran en su funeral se pueden realizar lo que va a dificultar aún más la forma en que se enfrenta el duelo.
“Porque además hay agravantes. Las personas contagiadas que son llevadas a los hospitales y no pueden ser visitadas por sus familiares. Entonces la angustia es peor. Hay incertidumbre de si lo estarán atendiendo, le estarán dando lo que necesita. En otros casos a eso se suma el temor de si habrá sido identificado como opositor y lo estarán tratando mal, lo estarán dejando morir. Y a esto se suma la poca información que proporciona el hospital”, explica el psiquiatra Luis del Palacio.
Todos estos factores junto a la incertidumbre, provocan un proceso traumático que incrementa el dolor emocional. Entonces desde ahí empieza la diferencia entre el duelo normal y el actual. En el que ninguna persona por resiliente que sea puede vivirlo como normal, porque no hay manera de constatar la muerte.
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Esto, según los especialistas, alterará los tiempos de las fases del duelo, que además pueden bloquearse o posponerse.
Todo este proceso del duelo, en promedio dura un año. Sin embargo, el duelo actual se prolongará. Puede convertirse en un duelo sin resolver que puede durar varios años. O un duelo crónico, en que por años se sigue reviviendo lo ocurrido.
Para del Palacio la Covid-19 le está robando a las personas su derecho a morir con dignidad. Considera el psiquiatra que durante las próximas décadas se seguirán contando las historias de los familiares que murieron y fueron enterrados a media noche, sin ningún rito de despedida. Y sin siquiera estar seguros que eran ellos. Esto marcará los sentimientos de los niños y jóvenes que crecerán escuchando estas historias y luego las contaran a sus hijos y nietos.
Esta situación dejará marcadas a las familias que la padezcan. Y a las que no la enfrenten directamente les está infundiendo un gran temor que también dejará secuelas.
Para reducir los efectos de este duelo prolongado del Palacio recomienda sustituir los ritos que no se pueden realizar, por otros. Entre los ritos que pueden sustituir porque actualmente no se puede realizar, el Colectivo de psicólogas Sanar menciona las despedidas personales. Ya sea enterrando simbólicamente un objeto que recuerde al ser querido, escribirle una carta confidencial, en la que cada familiar le diga al difunto todo lo que no se pudo y luego quemarla o enterrarla. También se puede hacer una despedida frente a su fotografía a la que se le puede poner velas, flores o hacerle un altar al gusto del doliente.
Otros ritos que los especialistas aconsejan, se pueden realizar de forma virtual. A través de plataformas tecnológicas para realizar ceremonias alternativas en las que pueden participar los familiares y amigos más cercanos para compartir los recuerdos del que se fue.
En todos ellos, los especialistas aconsejan que los participantes se den el permiso de llorar y expresar todos los sentimientos que deseen demostrar. El apoyo familiar y de los amigos también es fundamental para enfrentar el duelo. Y de manera particular cuando el difunto era el cabeza de familia y sostén del hogar, ya que la situación es aún más complicada.
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Otra recomendación es que cuando pase la crisis deben organizarse los rituales que están quedando pendientes. Incluso velas, entierros y ritos religiosos, a los que se deben invitar a los familiares y amigos. Ya que eso ayudará a enfrentar de mejor manera el duelo.
Además, los especialistas consideran que será oportuno impulsar políticas de apoyo emocional a toda la sociedad. Ya que toda la sociedad esta siendo afectada por los efectos del duelo que está provocando la Covid-19. Incluso en algunos país, las asociaciones de psiquiatras han elaborado guías de apoyo para enfrentar el duelo. Una de ellas es la de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
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