Aunque los seis forman el istmo centroamericano y comparten fronteras con uno o dos de sus vecinos, las estrategias implementadas para enfrentar la pandemia son tan diversas como ellos mismos y sus desigualdades. Van desde el confinamiento total antes de reportar el primer caso, que ordenó El Salvador. Hasta la promoción del contagio a través de actividades masivas que impulsó Nicaragua. Por lo que resulta difícil compararlas para determinar cuál de los países está enfrentando de mejor manera la crisis.
Sin embargo, a cinco meses del inicio de la pandemia uno de los indicadores que puede servir de referencia es la tasa de letalidad. Es decir la cantidad de personas muertas por Covid-19 en relación al total de los casos diagnosticados. Entre más baja es la tasa, refleja que se está dando una mejor atención a los pacientes, para evitar que mueran. Pero también la fortaleza de los sistemas hospitalarios y en alguna medida, también la salud de la población.
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Sin hacer mucha propaganda sobre sus acciones, ni establecer un confinamiento total, Costa Rica es el que muestra el mejor desempeño entre los países de la región. De los 35,305 casos confirmados al 25 de agosto, han muerto 376 personas. Eso le otorga una tasa de letalidad más baja del istmo, de 1.06 por ciento.
“Una letalidad de este tipo lo que nos indica es que Costa Rica está manejando de manera más optima a los pacientes hospitalizados por Covid-19. Es decir que a nivel hospitalario ellos son los que manejan de mejor manera los casos”.
Alfonso Rosales, epidemiólogo salvadoreño radicado en Estados Unidos
En el otro extremo se ubica Guatemala. De las 68,695 personas contagiadas que se reportaban al 23 de agosto, han muerto 2,582. Eso implica una tasa de letalidad de 3.75 por ciento, la más alta de la región.
Guatemala tiene sobresaturado su sistema hospitalario. Por consiguiente la calidad de la atención ha sido mermada, por la cantidad de gente que han tenido que absorber. Además, según los especialistas, el alto nivel de pobreza, cercana al 60 por ciento y la vulnerabilidad que esta provoca en la salud de la población, es otra de las causas del mal desempeño de este país ante la crisis.
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A esto se suman las deficiencias del sistema de salud, las dificultades que enfrenta la población de las zonas más alejadas par acceder a él y las prácticas culturales de un sector de la población que prefiere atender a sus enfermos con medicina ancestral.
El caso de Costa Rica no es casualidad. Ni siquiera es que se haya preparado mejor para enfrentar la pandemia. Es simplemente el reflejo de que es el país de la región con el sistema de salud más fuerte y resiliente. No necesitó construir nuevos hospitales, solamente amplió la capacidad hospitalaria que tenía.
“Se empezó con 125 camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en todo el país y ahora tenemos cerca de 400. Al inicio de la pandemia habían 250 camas de sala y ahora vamos casi por 700. Se ha multiplicado la capacidad porque el sistema de salud tenía esa capacidad”.
Juan José Romero, epidemiólogo de la Universidad Nacional de Costa Rica
Costa Rica es el único país de la región que tiene casi un 100 por ciento de cobertura universal y eso incide en la esperanza de vida de la población. Según estadísticas del Banco Mundial (BM), en 2018 la esperanza de vida al nacer en Costa Rica era de 80 años. En Panamá era de 78 años; Honduras 75 años; Guatemala 74 años: Nicaragua 74 años; y El Salvador 73 años.
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“Los costarricenses tienen la expectativa de vida más alta de la región que compite incluso con la de Chile y Canadá. Una población más saludable, tiene menos probabilidad de sufrir complicaciones y morir. Además el sistema está mejor preparado para una vigilancia más amplia”, explica Rosales.
A las fortalezas de su sistema de salud se suma que Costa Rica es el único país de la región que estableció un mecanismo especial para evitar el contagio de los adultos mayores. Ya que este es el grupo que enfrenta mayor riesgo de sufrir complicaciones y morir por Covid-19.
“El hecho de tener un Estado social de derecho durante tantos años. Que ha fortalecido la educación y la salud le ha permitido a Costa Rica tener este tipo de respuesta que se ve reflejado en los índices que se reflejan hasta este momento. Porque todavía no podemos cantar victoria”.
Juan José Romero, epidemiólogo de la Universidad Nacional de Costa Rica
A la mitad del camino con respecto a la letalidad se ubica El Salvador. Es el país que más propaganda ha hecho a las medidas aplicadas. Sin embargo, su tasa de letalidad 2.73 por ciento lo ubica por debajo de Costa Rica y Panamá. Según Rosales, actúo precipitadamente al imponer un confinamiento, incluso antes de reportar el primer caso y eso le costará caro.
“Es como que le den quimioterapia a alguien antes de tener cáncer. La quimioterapia es buena pero tiene graves efectos para el resto del organismo. Entonces, los efectos de la pandemia a nivel económico y social serán más devastadores que en el resto de la región”.
Alfonso Rosales, epidemiólogo salvadoreño radicado en Estados Unidos
Pese a ser el país que impuso las medidas más estrictas sus resultados no son tan efectivos. Esto se atribuye a que por ser un país más pobre, la población tiene más padecimientos. También porque el sistema de salud salvadoreño no tiene una cobertura del 100 por ciento. Tampoco se protegió de manera especial a los mayores de 60 años y este grupo poblacional tuvo mayores tasas de contagio, presentaron complicaciones y es el que más muertes registra.
No obstante, Rosales considera acertada la construcción del hospital El Salvador, ya que previo a la pandemia el sistema de salud registraba un alto déficit de camas. Con un costo de 70 millones de dólares se construye un hospital para atender a paciente de Covid-19. Recientemente se inauguró la primera fase, con 400 camas, 105 de ellas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Pero al completar su construcción tendrá capacidad para 2 mil camas, la mitad en UCI.
Panamá pese a ser un centro de operaciones de líneas aéreas con un altísimo movimiento de viajeros; y al tráfico que implica las operaciones del Canal, su tasa de letalidad es la segunda más baja, solo mayor a la de Costa Rica. Con 85,852 casos registra la muerte de 1,865 personas, eso significa una tasa de letalidad de 2.16 por ciento que refleja que pese a no poder cerrar totalmente sus fronteras, las medidas de aplicadas y el accionar del sistema de salud han tenido resultado.
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Con respecto a Nicaragua, la mayoría de los especialistas prefieren no incluirlo en sus análisis. Consideran que sus estadísticas oficiales además de no ser creíbles están incompletas. Eso impide compararlas con las del resto de la región.
No hay reportes diarios sino semanales. Eso impide conocer la cantidad de casos nuevos por día, para determinar el movimiento del virus. Tampoco se conoce la cantidad de personas hospitalizas ni la cantidad de pruebas realizadas.
Eso para los especialistas refleja entre otras cosas que no se está buscando al virus. El hecho de que al 25 de agosto oficialmente solo se reporten 4,494 casos y 133 muertes no es creíble, porque no se relaciona con las cifras del resto de Centroamérica donde el virus se está moviendo de una forma muy similar en cuanto a contagio.
“Estas cifras tan bajas de Nicaragua solo serían posibles si se estuvieran haciendo intervenciones muy estrictas. Pero no ha cerrado su economía ni establecido confinamiento. Entonces la única explicación es que no están buscando los casos y por tanto no tienen casos reales”.
Alfonso Rosales, epidemiólogo salvadoreño radicado en Estados Unidos
Las cifras del Observatorio Ciudadano son muy distintas a las del Ministerio de Salud (Minsa). Al 19 de agosto reportar 9,822 casos acumulados y 2,652 muertes. Romero considera que además de que las cifras oficiales no son creíbles, al final estas cifras perjudicaran al país.
“La distribución del virus no se puede negar. Tampoco la frecuencia ni la severidad de los efectos producidos por la enfermedad. Entonces si se mal informa a la población, como se hizo al principio promoviendo actividades masivas y teniendo en cuenta el alto nivel de pobreza que impide las medidas del distanciamiento social, lo lógico es que sea uno de los países con más casos. Esas cifras oficiales son un cuento que nadie cree”, señala Romero.
Curiosamente estas cifras tan bajas que reporta el Ministerio de Salud (Misa), le otorgan al país una tasa de letalidad de 3.04 por ciento. Igual a la de Honduras que ha diagnosticado 55,877 casos y 1,703 muertes, y que es superada solo por la de Guatemala. En el caso de Honduras, los especialistas consideran que sus números reflejan la realidad de su sistema de salud y las condiciones de pobreza de su población.
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