En medio de graves problemas de escasez y abastecimiento, Nicaragua se unió a la celebración del Día Mundial del Agua. Este año, la crisis de salud generada por la pandemia evidenció aún más la importancia del agua. Lavarse las manos con agua y jabón constantemente, es una de las principales medidas para evitar el contagio. Pero según la Organización de Naciones Unidas (ONU), tres mil millones de personas en el mundo no tiene acceso al agua que es un derecho básico fundamental; por tanto, no pueden lavarse las manos. La misma carencia enfrentan dos de cada cinco centros sanitarios en el mundo.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por su sigla en inglés), solo tres de cada cinco personas en el mundo tienen acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos. La situación de Nicaragua no es diferente.
“El incremento en la demanda por el sector primario, la industria y el consumo humano; sumado a los efectos adversos del cambio climático han mermado la disponibilidad del agua en el país”, advierte el Centro Humboldt.
Según un monitoreo realizado por dicha organización, el nivel del agua del 70 por ciento de los pozos excavados a mano en algunas comunidades del Corredor Seco está en su punto crítico; y otros están totalmente secos. Lo mismo ocurre con los ríos y quebradas.
Lo grave es que se está haciendo poco por mejorar esta situación. A la falta de disponibilidad del agua, se suma la poca asignación de recursos públicos para la gestión del ambiente y por ende del agua; para ello se asigna menos del 1 por ciento del Presupuesto General de la República.
Además, la reciente reforma a la Ley 620, Ley General de Aguas debilitó el marco legal del sector. Ya que evidencia la voluntad de avanzar hacia la privatización, de la captura, almacenamiento y distribución del agua para consumo humano y saneamiento, explica Víctor Campos, director del Centro Humboldt.
“De igual manera la flexibilización del Sistema de Evaluación Ambiental (SEA), ha contribuido al deterioro del recurso de la calidad y la cantidad necesaria, en una buena parte del territorio nacional”, advierte Campos.
Nicaragua ha ratificado acuerdos internacionales como el de Minamata; que promueve la erradicación del uso del mercurio en la minería artesanal, ya que la industrial dejó de usarlo hace varios años. Pero según Campos, por la proliferación de la pequeña minería, el uso del mercurio sigue siendo una de las principales fuentes de contaminación del agua.
“El marco institucional y normativo para la gestión del agua promueve la distribución de la misma; y no pone énfasis en la producción de este vital líquido. Por lo que desde Centro Humboldt también insistimos en la promoción de los mecanismos que favorezcan la disponibilidad y calidad suficiente para una distribución equitativa del agua y saneamiento como derecho humano”, dice un comunicado emitido por dicha organización en el marco de la celebración del Día Mundial del Agua.
El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2021 explica que en América Latina y el Caribe el estrés hídrico ha alimentado una serie de conflictos. Ya que varios sectores, incluidos la agricultura, la energía hidroeléctrica, la minería e incluso el agua potable y el saneamiento, compiten por los escasos recursos.
Además, admite que algunos de los mayores obstáculos a la hora de conseguir procesos de reparto eficaces; se deben a una reglamentación deficiente y a la falta de incentivos y/o de inversión.
En última instancia, “todos estos factores reflejan el bajo valor que generalmente se le atribuye al agua en esta región. Los costes del uso del agua o de su mantenimiento (una vez que se ha otorgado la concesión o el derecho a utilizarla), suelen ser nulos o insignificantes para las centrales hidroeléctricas, las empresas mineras e incluso para los agricultores; y a veces estos costes ni siquiera se incluyen en los balances de cuentas”, dice el informe.
Esto implica que el agua represente un subsidio implícito; que no refleja su valor estratégico en los múltiples procesos de producción y en el contexto del cambio climático. Además, en casos de contaminación y sobreexplotación, la mayoría de los países de la región no han destinado suficiente financiamiento para aplicar adecuadamente la ley.
Para la ONU, pese a que los preceptos legales sean de suma importancia, la reglamentación, la monitorización, al igual que los incentivos coherentes son esenciales en la región. No sólo para garantizar que el papel y el valor del agua se aprecien más; sino también para prevenir su sobreexplotación y contaminación, especialmente en un contexto de creciente inestabilidad climática.
Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2021, el estado actual de estos recursos evidencia la necesidad de mejorar su gestión. Por lo que reconocer, medir y expresar el valor del agua e incorporarlo en la toma de decisiones es fundamental; para lograr una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para las Naciones Unidas, quienes controlan cómo se valora el agua controlan cómo se usa; y los valores son un aspecto central del poder y la equidad en la gobernanza de estos recursos. “El hecho de no valorar plenamente el agua en todos sus diferentes usos se considera una causa fundamental o un síntoma, del descuido político del agua y su mala gestión”, asegura.
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