El FSLN, del centralismo democrático al "garañón sandinista"»
Avil Ramírez
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En su octava campaña presidencial y con 75 años, Daniel Ortega tiene el control total del FSLN por lo que hasta "excentricidades" se permite, como pensar que su canción de campaña puede calificarlo de "garañón"
En su octava participación en elecciones Daniel Ortega ya no tiene competencia a lo interno de su partido el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); porque hoy él es el partido. Muy lejos quedaron los días de la década de los 80 cuando el FSLN era "el partido" y funcionaba; según decían, bajo el centralismo democrático que regía a los partidos marxistas desde tiempos de Lenin que dictaba "libertad de discusión, unidad de acción".
Aunque el centralismo democrático era un eufemismo para disfrazar la realidad que era el Comité Central ─o la Dirección Nacional─ la que tomaba las decisiones. Al menos en aquellos tiempos en el FSLN existía una estructura con un Congreso Sandinista, una Asamblea Sandinista y la misma dirección colegiada de la Dirección Nacional. Estas estructuras permitían algún nivel de discusión en la Asamblea; y las escasas veces que se reunió en Congreso. Pero mucho balance, al menos al principio, en la Dirección Nacional.
Hoy, la situación del FSLN recuerda al veterano caudillo conservador Emiliano Chamorro Vargas, que en 1955, a sus 84 años declaró "El Partido Conservador soy yo". Y Chamorro al menos pensó que lo fue hasta su muerte en febrero 1966 a los 94 años. Sin embargo ya en 1962 Fernando Agüero había tomado las riendas del partido y su liderazgo venía creciendo.
El equilibrio de los nueve de Fidel
De los nuevo miembros origunales de la Dirección Nacional Conjunta, Bayardo Arce y Víctor Tirado son los únicos que siguen actualmente apoyando a Ortega. Esa Dirección se conformó en marzo de 1979 en La Habana a "sugerencia" del fallecido dictador cubano Fidel Castro. Del resto de los miembros, dos fallecieron y cuatro son críticos abiertos del régimen sandinista que se ha transformado en Orteguismo.
La burocracia de los nuevos gobernantes guerrilleros comenzó a crecer a los pocos días de asumir el poder. El 24 de agosto 1979, Barricada, que era el diario oficial de los sandinistas, publicó una nota con el titulo: FSLN: Secretariado Nacional de la DNC. Ella se detallaba como los nueve comandantes se repartían casi por igual entre las tres tendencias en la comisión ejecutiva, el comité militar y el comité estatal. Además se creó el Secretariado Nacional de la Dirección Nacional Conjunta para el fortalecimiento de su labor de conducción revolucionaria.
En dicho secretariado, se nombró a tres comandantes guerrilleros: Joaquín Cuadra, William Ramírez y Mónica Baltodano. Para completar dicho organismo que dependía de la comisión ejecutiva de la dirección sandinista se nombraron otros que no habían alcanzado el cargo de comandante guerrillero:
- René Núñez en la secretaría
- Doris Tijerino en la secretaría de asuntos exteriore
- Julio López en la secretaría de propaganda y educación política
- Carlos Carrión en organización partidaria y
- Alfredo César en la secretaría de asuntos estatales. Él ahora es presidente del Partido Conservador (PC).
La segunda candidatura de Ortega: "Dirección Nacional, ¡ordene!
A mediados de 1989, en el FSLN las decisiones todavía eran colegiadas a pesar de la presidencia de Daniel Ortega. Nadie cuestionaba a la Dirección Nacional, sus "orientaciones" eran "bajadas" como si los nueve comandantes residieran en una especie de Monte Olimpo; y más bien los seguidores del sandinismo le suplicaban "ordene"; en aquella Nicaragua que se desangraba en una guerra civil producto del totalitarismo del régimen y la guerra fría en que nos usaron como peones en el ajedrez internacional.
La postulación para la segunda candidatura de Ortega fue sencilla. En un acto de masas se leyeron los candidatos que la Dirección Nacional había determinado. Desde Ortega y Sergio Ramírez para presidente y vicepresidente, hasta los candidatos a diputados. La masa feliz aplaudió la sabiduría de las orientaciones "bajadas".
Amagos de democratización
En 1996 las cosas habían cambiado. Ya se le había separado un grupo de intelectuales que siguieron a al ex vicepresidente Sergio Ramírez. Le acompañaron Ernesto y Fernando Cardenal junto a Dora María Téllez y otros cuadros históricos, más unos 25 diputados que fundaron el Movimiento Renovador Sandinista (MRS).
Pero en las elecciones del 20 de octubre de 1996 Ramírez apenas obtuvo 7,665 votos (00.44 por ciento); y Ortega fue nuevamente derrotado, esta vez por Arnoldo Alemán. En 1996 se realizó la llamada consulta popular. En ella se enfrentaron por la candidatura presidencial los abogados Vilma Núñez de Escorcia y Álvaro Ramírez con el consabido Daniel Ortega.
Otra vez en 2001. El 21 de enero 2001 el FSLN realizó por última vez la elección de su candidato presidencial. En esa ocasión se atrevieron a disputar la candidatura con Ortega, el ex vicecanciller Víctor Hugo Tinoco, el ex ministro Alejandro Martínez Cuenca y un señor llamado Martín Evelio López Picado.
Según artículo publicado en La Prensa López Picado "surgió de pronto, sin respaldo, intentando disputar la candidatura de Daniel Ortega". Era conductor y contaba mil córdobas para su campaña. Se confesaba cristiano y esperaba "con la ayuda de Dios derrotar a Ortega". Era de Nagarote y no tenía antecedentes políticos de relevancia", relata la nota publicada por el diario. En esa ocasión Ortega fue nominado por cuarta vez consecutiva.
Para 2006 Ortega acumulaba tres derrotas consecutivas: ante Violeta de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños; y 16 años gobernando desde abajo, y Ortega seguiría insistiendo. Para eso había firmado su pacto con Arnoldo Alemán en el año 2000.
Herty Lewites, la última amenaza al liderazgo de Ortega
Para las elecciones de 2006 no se realizaron consultas como en las dos anteriores; se quedaron burlados con sus plataformas y candidaturas Alejandro Martínez Cuenca y Víctor Hugo Tinoco. La verdadera razón para no realizar consulta fue, la real amenaza que representaba a lo interno del FSLN, el popular alcalde de Managua Herty Lewites; a quien separaron del partido.
Después, Lewites y Tinoco buscaron al MRS para impulsar sus aspiraciones. y fueron bien recibidos. Lewites fue elegido candidato presidencial pero falleció cinco meses antes de las elecciones. Daniel por cuarta vez fue candidato; y esta vez fue declarado ganador con el 38 por ciento de los votos. Al fin, el pacto firmado con Arnoldo Alemán de 1999, lo catapultaba de nuevo a la presidencia. De ahí en adelante todo es historia.
Para su quinta, sexta y séptima candidatura consecutiva no existió nadie que le hiciera sombra. Más bien, para fortalecer al caudillo, en 2016 un muy disminuido Congreso Sandinista le delegó las facultades para seleccionar a su formula de vice-presidente. También a sus diputados y hasta al candidato a concejal en San José de las Mulas; municipio ubicado en lo profundo de las montañas del centro del país.
2021, "el garañón sandinista"
Para las elecciones de 2021 un desgastado Ortega, principalmente desde abril 2018, ha creado todas las condiciones para evitar competencia. Con leyes aprobadas con toda la intencionalidad de utilizar la guillotina a quien considere que le puede hacer sombra en la oposición. Un control absoluto en los poderes Legislativo, Judicial y Electoral; y usando a la policía para reprimir hasta a quien saque una bandera para protestar.
Bajo esas condiciones, Nicaragua se encuentra a menos de 300 días de unas elecciones que estarán bajo la lupa de las naciones libres del hemisferio y las más importantes en Europa.
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Llegamos a 2021 y el único candidato presidencial que ha presentado el FSLN desde 1984 sumará su octava candidatura consecutiva.
Como Emiliano él es el partido; y ahora se permite ridículos como recitarle poemas a "su princesa" en un acto público a la orilla del lago. O a sus 75 años, cuando baja escaleras con dificultad y se moviliza únicamente entre su fortaleza de El Carmen y la Plaza de la Revolución, creer que la más reciente creación del Rey del Chinamo, El garañon sandinista, puede reflejar su imagen en lo que seguramente será una deslucida campaña electoral.
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