Cuando estalló la pandemia y los países se encerraron dentro de sus fronteras, algunos elogiaron el modelo adoptado por Suecia para enfrentarla. A diferencia de las drásticas restricciones que se imponían en el resto del mundo, ese país apostó por la normalidad. La excusa fue, proteger la salud de su robusta economía y la libertad de sus ciudadanos. Eso según sus autoridades garantizaría que para finales de mayo el 40 por ciento de la población habría desarrollado inmunidad.
Sin embargo, los especialistas aseguraban que el costo de esa decisión sería un alto número de muertes. En su apresurado "Libro Blanco" sobre el Covid-19, el régimen alega que siguió los pasos del país nórdico; sin embargo, desechó las pocas restricciones adoptadas por él. Obviando además que la superioridad del sistema de salud sueco no tiene comparación con el enclenque sistema local, el régimen optó por resguardar la economía.
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Pero el cuento de compararse con Suecia es solo uno de los diferentes argumentos que el régimen ha usado para hacer calzar su dislate. Inicialmente las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa) aseguraron que no imponían medidas para no crear pánico entre la población. Pero luego en una de las dos comparecencias por televisión que ha tenido Daniel Ortega durante la pandemia, aseguró que por ser un país pobre Nicaragua no puede paralizarse porque se muere.
No es como que Suecia no hizo nada (como aquí). Suecia prohibió las aglomeraciones públicas de más de 50 personas; ordenó el cierre de los centros de educación superior y promovió el trabajo en casa. A los mayores de 70 años se les pidió quedarse en casa, se prohibieron las visitas residencia de ancianos y los viajes no esenciales, pero mantuvo abiertas las fronteras.
Nicaragua, oficialmente mantiene abiertas sus fronteras, aunque ha negado el ingreso de algunos nicaragüenses. Pero fueron los cierres de los vecinos los que paralizaron la movilización de viajeros. Sin embargo, en lugar de prohibir aglomeraciones, promovió marchas, carnavales, actividades deportivas, jornadas de visita casa a casa y otras. Mantiene vigentes las clases presenciales en todos los niveles del sistema de educación pública.
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Tampoco ha promovido el trabajo remoto. Ni adoptado ningún mecanismo de resguardo para las personas de la tercera edad. Las filas de jubilados en las oficinas del Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS), cobrando sus pensiones, son más numerosas cada mes. El transporte terrestre sigue funcionando con relativa normalidad, ya que en el caso del interdepartamental moviliza muy pocos pasajeros.
Suecia apeló a la disciplina de sus ciudadanos y orientó algunas restricciones, como la prohibición de filas y respetando el distanciamiento social. Así mantuvo abiertos restaurantes, guarderías, escuelas para estudiantes menores de 16 años, gimnasios, tiendas y algunos centros deportivos. Incluso las autoridades instaban a sus ciudadanos a salir a pasear y aprovechar el sol de la primavera.
En Nicaragua, fue la decisión de gran parte de la población, que optó por autoaislarse, lo que obligó el cierre de muchos centros de esparcimiento. Lo mismo ocurre con comercios de productos no esenciales. Esto mantiene semiparalizadas las actividades en gran parte de las ciudades.
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Después de tres meses de experimento y tras tener la tasa de mortalidad más altas de la región nórdica y no lograr que un alto porcentaje de la población desarrollara inmunidad, los creadores de la estrategia sueca reconocen que se equivocaron.
Y admiten que el país debió adoptar medidas más estrictas para evitar la catástrofe que ahora enfrentan. Ya que a los muertos se suman los daños económicos. Ya que el cierre de las fronteras de sus vecinos, la paralización de actividades por parte de sus socios comerciales y el autoaislamiento de algunos de sus ciudadanos, forzó el cierre de muchas empresas.
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“Si nos topáramos otra vez con esta enfermedad sabiendo lo que sabemos ahora, creo que nos habríamos situado en un punto intermedio entre lo que hemos hecho nosotros y lo que ha hecho el resto del mundo".
Anders Tegnell, epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública, en declaraciones a medios suecos
Con una población de 10 millones de personas, Suecia registra al 3 de junio 40,803 casos y 4,542 muertes. Y una tasa de 43.2 fallecidos por cada 100,000 habitantes, muy superior a la del resto de vecinos nórdicos. Tal como le ocurrió a Suecia, que sus vecinos criticaron la falta de acciones, así pasa en Nicaragua. Los vecinos, especialmente Costa Rica han expresado en reiteradas ocasiones el temor de que la falta de acciones de Nicaragua para evitar el contagio, afecten a sus ciudadanos.
Esos vecinos que impusieron medidas estrictas tienen menos afectaciones que Suecia. Dinamarca con 5 millones de habitantes registra 580 muertes. Noruega con 5 millones de habitantes acumula 237; y Finlandia que tiene 5.5 millones de habitantes ha reportado 321 muertes por Covid-19.
Mientras el modelo que se supone está siguiendo Nicaragua demuestra su fracaso, en Nicaragua la comunidad médica ha llamado a una cuarentena nacional voluntaria por las próximas 3 o 4 semanas.
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Según las proyecciones de los especialistas, Nicaragua está entrando en la fase más acelerada del contagio. Además, el sistema de salud local ya colapsó. Las personas recorren los hospitales, públicos y privados, en busca de una cama donde se le pueda garantizar la atención.
Hasta ahora, el sector privado acogió el llamado y solicitó a las empresas que suspendan sus operaciones o que adopten en trabajo remoto. Sin embargo, se desconoce cuántas se sumarán a la cuarentena.
El Minsa reportó el primer caso el 18 de marzo. Y confirmó que al 2 de junio se registran 1,118 contagios y 46 muertes. Sin embargo, estas cifras han sido cuestionadas incluso por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que además ha expresado su interés de ayudar pero no recibe el permiso para ingresar al país. Pese a no ser creíbles, estás cifras ubicaron a Nicaragua por encima de Costa Rica. Con más casos confirmados y muertes. Pero su falta de credibilidad impulsó la creación del Observatorio Ciudadano que entre el 14 de marzo y el 27 de mayo reporta 2,966 casos adicionales a los oficiales, para un total de 3,725. Además, acumula 805 decesos; 715 sospechosas de Covid-19 y 90 por neumonía. De confirmarse esas cifras, Nicaragua tendría, por mucho, el mayor número de muertes en la región.
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