Todo lo que sube, irremediablemente tiene que bajar. Esa regla incluye lo político y también lo gremial. Por ejemplo, Daniel Ortega y el FSLN, jamás pensaron que las votaciones del 25 de febrero de 1990 les serían adversas. Ortega se confió y el pueblo ─al que dejaron decidir─, le pasó la factura. Quizá por ello, 30 años después, no tiene ninguna duda de que si hay elecciones libres, su epitafio político estará escrito (con la sangre de seguidores y opositores), pues quiera o no, son su responsabilidad.
También le llegó el turno de bajar a José Adán Aguerri. Pero en su caso, después de dirigir el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), durante 13 años. El período más largo que ha servido un presidente en la historia de la cúpula empresarial.
Aguerri igual que Ortega no había tenido quien le desafiara internamente y pusiera en duda su liderazgo. Ortega sigue sin tener quién lo rete, aunque en el día a día su figura ha quedado menguada por la de su esposa, Rosario Murillo.
“Los perros ladran Sancho, señal que cabalgamos”, parafraseó Aguerri después de una de sus múltiples reelecciones, cuando defendía su cercanía con Ortega. Modelo que fue objeto incluso de artículos de opinión en periódicos extranjeros, entre ellos, El Mundo de El Salvador.
“Los voceros del Cosep, claro, estaban exultantes. Se pavoneaban en reuniones gremiales centroamericanas exhibiéndose a sí mismos como un ejemplo de astucia, visión estratégica y diálogo no conflictivo con el gobierno. Uno de estos dirigentes se atrevió a decirme, durante una cena en Managua, que la ANEP y la Cámara de Comercio en El Salvador cometían un error al no imitar el hábil proceder de los empresarios nicas. Mi respuesta no le cayó en gracia: Esta noche, amigo mío, yo sería incapaz de ver a los ojos de mis hijos si horas antes he estado negociando su libertad con un tirano”, dijo Federico Hernández, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal).
También el presidente de la Cámara de Comercio salvadoreña Luis Cardenal pronosticó que la relación gobierno-empresarios, no era sostenible.
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Mario Hanon anunció su intención de presidir el Cosep y seis días después Mike Healy se postuló en la contienda empresarial. ¿Qué había cambiado para que ahora surgieran candidaturas cuando durante 10 elecciones nadie tuvo la menor oportunidad?
Después de 13 años en la presidencia de la cúpula empresarial y con la reforma de 2017 que extendió el período del presidente de uno a tres años, la reelección de Aguerri, por tres años más, era difícil de aceptar para la mayoría de las cámaras. Sobre todo cuando el país entra a un año electoral en el que la figura de Aguerri recuerda un pasado que la mayoría desea olvidar.
Actualmente Cosep está compuesto por 26, de las cuales 22 tienen derecho a voto. Fue la mayoría de esas nuevas cámaras, muchas de ellas incorporadas durante los 13 años de Aguerri, las que dieron la victoria a Mike Healy.
Healy fue electo este 8 de septiembre con 14 votos, en una asamblea realizada en el Incae. Ocho votos fueron para Mario Hanón. El resultado no hace justicia a la encarnizada batalla que se dio cámara por cámara, en algunas de ellas la decisión fue por un voto o dos. Este proceso interno duró un par de semanas.
Lo cerrado y polarizado de la justa fue más evidente en la elección del resto de cargos de la Junta Directiva. Luego de la victoria de Healy, su grupo propuso a Hanón la primera vicepresidencia, sin embargo, este declinó. El cargo fue para Álvaro Vargas, nuevo presidente de Upanic y muy cercano a Healy. Asimismo, las votaciones para secretario y tesorero no alcanzaron el mínimo de 12 votos en una primera ronda y Aguerri (todavía presidente) tuvo que usar su voto para que pudieran ser electos.
Healy Lacayo es un empresario agrícola con experiencia gremial. Siempre habló sin miedo sobre la situación nacional. Aunque algunos lo criticaron, siempre fue claro en relación al fracasado “modelo de diálogo y consenso” que pregonaba su antecesor con el respaldo del empresariado que lo reelegía año tras año.
“Siempre dije que ese modelo (de diálogo y consenso con el gobierno) no iba a funcionar” recordó Healy en relación a la principal carta de presentación del anterior presidente.
Healy Lacayo se recuerda también por lo que dijo a Ortega en el fracasado Diálogo Nacional a mediados de 2018: “El único tranque que perjudica al país, se encuentra en El Carmen”.
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