Ante la encrucijada que vive el país, muchos han puesto la esperanza en que se repita la historia de 1989. Cuando la oposición nicaragüense se unió, para enfrentar a Daniel Ortega en una elección que cambió el rumbo de la historia del país.
Son muchas las voces que actualmente critican a los dirigentes de los grupos empresariales y políticos por no deponer sus intereses para concretar la tan ansiada unidad. Sin embargo, detrás del triunfo que la oposición consiguió en las urnas el 25 de febrero de 1990, hubo tanto o más desencuentro y fragmentación que ahora.
Treinta años después de ese triunfo histórico, en lo único que los gestores de la Unión Nacional Opositora (UNO) coinciden, es en que no fue fácil lograrlo. La desconfianza en los aliados, ya fuera por su ideología de izquierda, derecha o centro, porque ahí había de todo; o por tener un pasado de cercanía con el FSLN era tan evidente, que el vicepresidente Virgilio Godoy prácticamente nunca tomó posesión del cargo.
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Además, la ventaja que le otorgaba al gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, que la UNO hubiera obtenido mayoría en la Asamblea Nacional, duró menos que el fugaz periodo de transición. El 24 de abril cuando se instaló la nueva Asamblea Nacional un día antes de que doña Violeta tomara posesión, la UNO se había dividido.
Incluso, los protagonistas de ese histórico acuerdo relatan que en la negociación participaron 20 partidos y organizaciones políticas. Pero al final solo 12 partidos y dos organizaciones políticas firmaron el acuerdo.
Según Rosa Marina Zelaya, que en esa época se desempeñaba como secretaria del Consejo Supremo Electoral (CSE), en 1990 había 21 partidos políticos habilitados y todos participaron en la contienda. En la UNO compitieron 12 partidos con personería y 2 organizaciones políticas sin personería. Los 9 restantes, aunque algunos se decían opositores, participaron de forma individual en la elección. Ellos son:
Estos 9 partidos, junto a la UNO completaban la lista de 10 participantes que apareció en la boleta de las históricas elecciones del 25 de febrero de 1990. Y aunque eran muchos los competidores, los votos se concentraron en los dos polos. La UNO obtuvo el 54.8 por ciento de los votos en la elección presidencial, contra el 40.8 del FSLN. Los restantes 9 partidos solo obtuvieron el 4.4 por ciento de los votos.
La misma tendencia se registró en las otras dos elecciones. En la de diputados la UNO obtuvo 52 de los 90 escaños de la Asamblea Nacional; y en la de alcaldes 99 de las 131 Alcaldías que estaban en contienda.
Eso significa que no haber logrado la unión de toda la oposición al final no hizo daño. Sin embargo, algunos de los que no confiaron en esa unidad no se arrepienten de haberle dicho no. Ya que consideran que de alguna manera garantizó que Daniel Ortega siguiera presente en la política por los siguientes 30 años y hasta la fecha. Cuando nuevamente se busca la unidad de la oposición para enfrentarlo en una elección que podría poner fin a la crisis sociopolítica en la que el país está sumido desde abril del 2018.
Entre los que no se arrepienten de haber dicho no a la UNO está Moisés Hassan Morales. Luego de haber sido miembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y de separarse del FSLN compitió en la elección de 1990 como candidato a presidente por el MUR y logró ser diputado, el único de esa legislatura que no pertenecía a la UNO ni al Frente Sandinista.
“Estoy absolutamente seguro de que hice lo correcto. Si me equivoqué con el Frente Sandinista no podía volver a equivocarme con la UNO. No podía dejarme manejar por zánganos que estaban amarrados con Ortega y que me pasara lo mismo que al doctor Virgilio Godoy; al que a pesar de ser vicepresidente ni siquiera lo dejaron entrar a la oficina de la vicepresidencia que antes usó Sergio Ramírez".
Moisés Hassan Morales, candidato a presidente en la elección de 1990 por el MUR
Para Hassan en el contexto actual todavía hay oportunidad de consolidar la unidad y ganarle la elección a Ortega. Sin embargo, considera que una cosa es ganarle la elección y otra quitarle el poder. Por lo que cree que Ortega está interesado en que se elija un candidato que le garantice seguir mandando como ocurrió en 1990.
Aunque admite que por su edad, la vida no le va permitir a Ortega seguir mandando otros 30 años. Considera que apuesta por la dinastía para seguir mandando a través de sus hijos como lo hizo Anastasio Somoza García. Por lo que de la elección del candidato presidencial dependerá si Ortega pierde la elección pero también el poder.
Por su parte Zelaya considera que aún hay tiempo para consolidar la unidad de la oposición. No obstante, reconoce que se requiere voluntad política de todos los sectores y elegir a las personas idóneas para desempeñarse como magistrados del CSE.
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Esta elección de magistrados, que preferiblemente deberían ser personas que no estén vinculadas a partidos políticos; y la voluntad política del resto de actores, permitiría aprobar las reformas necesarias para garantizar elecciones libres, justas y transparentes; y luego para aceptar los resultados como ocurrió en 1990.
El Informe de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la página 30 detalla que en esa época, de los cinco magistrados del CSE, dos y sus respectivos suplentes eran del FSLN; dos más y sus suplentes de partidos de oposición y el último y su suplente personas notables. Este balance y la voluntad política de los magistrados electorales para que el proceso fuera libre, justo y transparente, garantizó que se respetaran los resultados.
“Sí hay tiempo. Apenas estamos en enero y la elección en noviembre. Obviamente, entre más temprano mejor, pero pienso que si hay tiempo así que lo que tenemos que esperar es la voluntad política de todos. Aquí en Nicaragua ya se ha demostrado que cuando existe voluntad política se pueden hacer las cosas; pero cuando no existe esa voluntad nos enredamos y podemos llegar hasta situaciones de violencia y guerra que ningún nicaragüense desea”.
Rosa Marina Zelaya, ex presidenta del CSE
Según Zelaya la fuerte presencia de la Observación Internacional, ya que en ese momento aún no existía la Observación Nacional, también ayudó a garantizar el respeto de los resultados. La observación la realizaron diversos organismos de gran prestigio internacional, entre ellos la OEA, la Organización de Nacional Unidas (ONU), el Centro Carter y otros.
Incluso, la OEA y ONU realizaron una encuesta a boca de urna, y luego cotejaron los resultados con el conteo oficial y fue muy similar. Por lo que no habría sido fácil alterar los resultados, explica Zelaya.
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