La biofortificación es otra forma de agregar nutrientes a los alimentos»
Lucydalia Baca Castellón
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El Programa Mundial de Alimentos (PMA), encargado de promover la fortificación de los alimentos, dice que fortificación y biofortificación pueden “coexistir” de forma segura
En medio de la polémica que ha provocado la entrada del arroz fortificado al mercado local; y de la resistencia de algunos consumidores que rechazan el uso de los alimentos como vehículo para mejorar la nutrición de la población, los especialistas explican que la fortificación no es el único método utilizado. También se hace a través de la biofortificación.
En la biofortificación, el proceso de adición de nutrientes se produce durante la fase de producción del cultivo, es decir antes de la cosecha. Pero en la fortificación del arroz, el proceso se realiza después de la cosecha y pueden añadirse más tipos y niveles más altos de micronutrientes.
Los alimentos biofortificados no deben confundirse con los transgénicos. El proceso de biofortificación se realiza mediante métodos tradicionales para el cruce de variedades de la misma especie. Por ejemplo, una variedad de frijol con alto rendimiento y resistencia a la sequía se cruza con otro que contenga alto contenido de zinc. En cambio los transgénicos resultan del cruce de variedades de diferentes especies, entre las que se intercambia material genético. Por ejemplo, se puede incorporar material genético de una bacteria al material genético del arroz.
En países pobres fortificación y biofortificación combaten la malnutrición
En muchos países pobres como Nicaragua, una pequeña parte de los alimentos de la dieta básica son producidos con semillas biofortificadas. Entre ellos el arroz, frijol, maíz, yuca y camote producido por pequeños agricultores para el autoconsumo. Estas son semillas a las que a través de un proceso de mejoramiento se les incrementa el contenido de hierro, zinc, vitamina A y otros micronutrientes.
El objetivo principal, igual que en la fortificación, es mejorar la salud de la población. Especialmente en la niñez, que padece anemia por la falta de hierro y el debilitamiento del sistema inmunológico provocado por la carencia de zinc. Ya que en ambos casos los efectos en el crecimiento y desarrollo físico y mental, provocan graves consecuencias. No solo a ellos, sino también a sus familias y a la sociedad en general.
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Desde el 2005 Nicaragua es parte del programa de biofortificación promovido por HarvestPlus. Organización que desde su sede regional en Colombia impulsa esta estrategia en toda América Latina y el Caribe.
Arroz, frijol, maíz, yuca y camote biofortificado
Según HarvestPlus, la biofortificación es una técnica de fitomejoramiento. Con ella "se aprovecha la diversidad natural del contenido de nutrientes presentes en los cultivos para aumentar su nivel alimenticio". Por tanto, es una intervención sostenible que reducirá la deficiencia de micronutrientes que padece gran parte de la población latinoamericana.
De hecho, según reportes de HarvestPlus y del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) en el país ya se liberaron y distribuyen semillas biofortificadas. En 2016 ya se distribuían dos variedades de arroz, dos de frijol, una de maíz, dos de yuca y una de camote o batata.
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La meta era “maximizar la difusión para promover el uso de las nuevas variedades biofortificadas". La prioridad era distribuir las semillas de maíz, frijol, arroz, yuca y camote en las comunidades donde prevalecen altos niveles de desnutrición. Es por ello, que el programa prioriza la distribución de estas semillas en municipios más pobres del país. Entre ellos los de las regiones del Caribe Norte y Sur.
En el caso del arroz, esta semilla está destinada a la producción de arroz secano. Es decir el que no usa sistema de riego y tampoco se produce a gran escala. Sino que depende del agua de lluvia y su producción es menos tecnificada.
Se han liberado otras variedades
Desde 2016 se han liberado otras nuevas variedades y otras más siguen en procesos de validación. Pero no fue posible conseguir el inventario completo. Las plantaciones en las que se usa semillas biofortificadas son más resistentes a enfermedades y plagas y también a la sequía. Eso a su vez garantiza mayores rendimientos. Sumado a ello, al consumir estos alimentos se recibe un mayor aporte de nutrientes.
De hecho ante las amenazas de hambruna provocadas por la pandemia de Covid-19, el uso de estas semillas es una de las opciones. Con su uso se pretende garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables.
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En mayo, antes que iniciara el actual ciclo agrícola, HarvestPlus donó más de 400 kilos de semilla de tres variedades de frijol biofortificado. Se las entregaron a productores de la Isla de Ometepe. Ellos establecerán lotes de reproducción de semilla para distribuirla a los productores de la zona.
Según HarvestPlus los biofortificados ya están en los campos nicaragüenses y eso reforzará la seguridad alimentaria. Además, la producción de semilla permitirá que los productores puedan intercambiarla por otros productos con los agricultores de la zona.
Igual de seguro que la fortificación
La biofortificación es igual de segura que la fortificación, en ninguno de los casos se altera la apariencia ni el sabor del alimento. Pero está reservado para la producción de autoconsumo y no a gran escala. Según los especialistas esto ocurre porque la liberación de variedades de semilla biofortificadas toma mucho tiempo.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), encargado de promover la fortificación de los alimentos, considera que ambos mecanismos puede “coexistir” de forma segura. Y ser parte de una estrategia para mejorar la salud de la población a través de la ingesta de micronutrientes. Sin embargo, reconoce que en el caso del arroz, la fortificación permite la incorporación de niveles más altos de micronutrientes. Mientras que la ventaja de la biofortificación es que una vez producido no necesita ningún otro proceso para elevar sus niveles de nutrientes.
Fortificación versus biofortificación
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), explica que la diferencia entre la fortificación y la biofortificación, radica en cuándo y cómo los micronutrientes son añadidos. Otro aspecto que marca diferencias es la cantidad y calidad de lo que se añade. Pone como ejemplo que al arroz fortificado se le añaden después de ser cosechado al menos diez micronutrientes. Entre ellos: ácido fólico, niacina, vitaminas B1 (tiamina), B6 (piridoxina), B12 (cobalamina), A (retinol), D (colecalciferol), E (tocoferol), hierro, zinc y selenio. En cambio la biofortificación del arroz se realiza a través de la modificación de la semilla. Y de momento, en Nicaragua solo se le agrega hierro y zinc. Aunque se realizan investigaciones en busca de un mecanismo que permita sumar otros nutrientes.
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