Lo que algunas personas llaman “extraños” granos de arroz o "arroz plástico" que aparecen en algunas marcas de este producto, es simplemente el resultado del proceso de fortificación con nutrientes necesarios para la saludo de los nicaragüenses. Sin embargo, ante la ausencia de una campaña masiva de información, hay muchos rumores infundados que están dando paso a mitos.
En las redes sociales abundan las personas que aseguran, que para evitar riesgos a la salud, lo mejor es extraer los granos con apariencia distinta y botarlos antes de cocinar el producto. Quienes siguen esta recomendación, tiran a la basura micronutrientes que su cuerpo necesita para crecer, desarrollarse o simplemente funcionar adecuadamente.
Son precisamente las consecuencias que provoca la carencia de estos nutrientes que algunas persona están tirando a la basura, las que en las últimas décadas impulsaron el desarrollo de programas de nutrición pública. En ellos participan organismos internacionales, gobiernos y el sector privado. Su meta es fortificar los alimentos más consumidos, en nuestro caso, por los centroamericanos.
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Eso significa que no solo al arroz se le agregan nutrientes. En Nicaragua y el resto de Centroamérica, hay otros alimentos producidos localmente, que forman parte de la dieta diaria y su fortificación es obligatoria. En la mayoría de los casos los consumidores ni se enteran. Debido a su consistencia (polvo), no se altera la apariencia ni el sabor. Además, no existe la cultura de leer las etiquetas.
Pero en el arroz, por consumirse en grano, la incorporación de micronutrientes es evidente. Algo similar ocurriría con el frijol. Es por ello que la adición de estos elementos se realiza mediante otro proceso llamado biofortificación. Este es un proceso que se hace directamente en la semilla. Pero este es un proceso que toma años.
Otro método utilizado para reducir los efectos de estas carencias, son los Alimentos Nutricionalmente Mejorados (ANM). En este grupo los más comunes son el pan, galletas, pastas, alimentos a base de cereales, sustitutos de la leche y otros derivados de las grasas vegetales, detalla el Instituto de Nutrición de Centroamericano y Panamá (INCAP).
Según el INCAP, en Nicaragua y el resto de Centroamérica los programas de fortificación masiva incluyen pocos alimentos. La lista es muy limitada con respecto a la de otros países. Entre ellos:
El azúcar se fortifica con vitamina A y Guatemala fue el primer país del mundo en implementarlo en 1975. Actualmente se realiza en Nicaragua, Honduras, el Salvador, Guatemala y Costa Rica, donde es uno de los alimentos de mayor consumo en todos los estratos de la población.
Estudios científicos demostraron que el consumo de azúcar fortificada con vitamina A, eleva en menos de seis meses los niveles de retinol, que es la vitamina A en forma activa. Este se convirtió en un ejemplo exitoso para el resto del mundo.
La importancia de fortificar el azúcar con vitamina A, radica en que su deficiencia, según estudios del Programa Mundial de Alimentos (PMA), altera diversas funciones del organismo. Entre ellas:
Otro producto que se consume fortificado es la harina. De acuerdo a reportes del PMA en los últimos sesenta años la harina de trigo y la de maíz se han fortificado con hierro, zinc, acido fólico y otras vitaminas del complejo B. Las cantidades recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacen que para el consumidor sea imperceptible. Ya que no hay cambios ni en el sabor ni en la apariencia de la harina. Su consumo reduce las posibilidades de padecer anemia y el nacimiento de niños con defectos congénitos.
Según el INCAP con este programa se logró la estabilización de los niveles de hierro y vitaminas del complejo B en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras. La harina de trigo se consume principalmente en forma de pan. Y este se convierte en una buena fuente de hierro, tiamina, riboflavina, niacina y ácido fólico.
La sal se fortifica con yodo y en el último siglo esta práctica ha reducido esta deficiencia a nivel global. Aunque todavía hay zonas donde la población no la consume. Especialmente donde la sal se elabora con técnicas artesanales básicas. En Centroamérica la sal se ha convertido en la única fuente de yodo. Y aunque a nivel mundial, prevalece la deficiencia de yodo, América es la región donde menos se registra esta carencia.
El consumo de yodo es esencial para la producción de algunas de las hormonas indispensables para el crecimiento y desarrollo del sistema nervioso central.
“En general la deficiencia de yodo está asociada con un menor nivel educativo, menor productividad laboral y vulnerabilidad socioeconómica. Y es considerada la principal causa prevenible de retardo mental alrededor del mundo”,
Estudio Promoción de la fortificación del arroz en América Latina y el Caribe del PMA.
A esto, la Guía para la fortificación de alimentos con micronutrientes, de la OMS le suma que hace varias décadas la yodación de la sal a gran escala, redujo considerablemente la prevalencia del bocio.
A esta reducida lista de alimentos de producción local, que los nicaragüenses consumen fortificados, porque la ley obliga que sean sometidos a este proceso, hay que sumarle otros importados. Entre ellos algunas margarinas, aceites vegetales, leche en polvo, avena y otros.
Algunos países cuentan con una amplia cesta de alimentos fortificados. En otros casos a algunos alimentos les agrega otros nutrientes. Uno de ellos es Costa Rica, a la sal, además de yodo le adicionan flúor. Esto ha reducido en una proporción de 9 a 3 la presencia de caries en la dentadura de los infantes.
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Basados en los buenos resultados que ha dejado a la Centroamérica el consumo de azúcar, harina y sal fortificada, y teniendo en cuenta que el arroz es la segunda fuente de calorías para los habitantes de América Latina, desde la década del 40 se promueve su fortificación.
En Costa Rica se consume arroz fortificado desde el 2001. Y en Nicaragua la Norma Técnica Obligatoria Nicaragüense (NTON 03 091 11) vigente desde julio de 2015, ordena que todo el arroz que se consume en el país sea fortificado. Debe agregársele una mezcla de ácido fólico, hierro y otros micronutrientes (óxido de zinc).
La introducción del arroz fortificado al mercado local apenas comienza. Se está dando únicamente a través de algunas marcas. Pero la falta de información y el cambio de apariencia de los granos que llevan los micronutrientes ha provocado que algunos consumidores lo rechacen. Se han tejido una serie de mitos en torno a estos "extraños granos". se dice que son de plástico y que su consumo es dañino. Situación que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es exclusiva de Nicaragua, sino derivada de las dificultades técnicas que implica el proceso y de los patrones de consumo de la población.
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