Distopía

¿Lamento boliviano? una tragedia política evitable

El columnista de The Miami Herald Andrés Oppenheimer escribió recientemente el artículo: Las elecciones en Bolivia podrían resultar en una verdadera tragedia política. En él advierte sobre el regreso al poder del partido de Evo Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS). A pesar de ser minoría, el MAS podría ganar las elecciones como sucedió con Daniel Ortega en Nicaragua en 2006. Y por la misma causa: la división y el egoísmo de la clase política boliviana.

En noviembre del año pasado estallaron las protestas del pueblo de Bolivia, ante el evidente fraude electoral; de un Morales que quería perpetuarse ilegalmente en el poder. La presión fue tal, que ante el rechazó de la Policía de reprimir las manifestantes; y la “sugerencia” del jefe del Ejército de que debía dejar el poder, Morales tuvo que salir huyendo del país.

Previamente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) había presentado un informe preliminar. Este aseguraba que las elecciones que le daban la victoria a Morales, eran fraudulentas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), denunció que 23 personas habían fallecido en las protestas y 715 resultaron heridos. Una gran diferencia con respecto a la represión de Ortega en Nicaragua; que con el apoyo de la Policía, se impuso a sangre y fuego a las protestas.

La incapacidad de los políticos bolivianos, similar a la de los nicas

Jeanine Añéz, que asumió interinamente la presidencia, anunció el 6 de diciembre y juró hasta con los dedos de sus pies que no sería candidata. Cincuenta días después dijo: “algunos encontrarán la medida difícil de entender”; y justificó su candidatura por la dificultad que la clase política nacional había encontrado para formar un frente único en contra del MAS.

Las elecciones se realizarían en mayo, pero por la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, fueron pospuestas a septiembre y luego al 18 de octubre.

Bolivia es un país de diez millones de habitantes; y en seis meses de pandemia registra 7,146 fallecidos, casi 125 mil casos positivos y una letalidad del 5.79 por ciento. En Nicaragua, las cifras de Ortega son: menos de 5 mil casos, 144 fatalidades y una letalidad de 2.99 por ciento. Pero son cuestionadas dentro y fuera del país.

La división no solo pone en riesgo el ejecutivo, sino también el legislativo

“Si el partido de Morales gana las elecciones, lo más probable es que no sea gracias al apoyo de la mayoría de los bolivianos, sino al hecho de que la oposición al MAS está dividida entre media docena de candidatos”, dice Oppenhaimer en su artículo.

Pese a esto, muchos creen que el candidato de Evo Morales, Luis Arce, su exministro de Economía, no obtendrá los votos necesario y habrá segunda vuelta. Arce encabeza las encuestas con 26 por ciento. Luego se ubica Carlos Mesa, (que ya fue presidente y víctima del fraude del año pasado), con el 17 por ciento. Le sigue la presidenta interina -que ha venido bajando-, con un 10 por ciento y luego otros candidatos.

Para ganar en primera vuelta, el candidato debe obtener 40 por ciento de los votos válidos y más de 10 puntos de diferencia con el segundo. De lo contrario, se realiza una segunda vuelta en la que, según esta misma encuesta, Arce perdería frente a Mesa. Pero invariablemente, el MAS obtendría una cuota importante de diputados y senadores. Esto haría más difícil un eventual gobierno de Mesa, que tendrá menos legisladores de los que obtendría un frente unido.

Eso sin contar que las encuestas reflejan al menos un 15 por ciento de indecisos. Esto preocupa a algunos analistas, pues podría esconder un "voto vergonzante" que no quiere evidenciar su simpatía por el partido populista del expresidente Morales.

Según las encuestas, nadie ganaría en primera vuelta, pero esa apuesta de los políticos bolivianos obvia el factor abstención, el voto disciplinado del MAS y el hecho que aún perdiendo la presidencia, el partido de Morales tendría la bancada más grandes en el poder legislativo.

Las maniobras de Morales, parecidas a las de Ortega

En 1997 Evo Morales liderando por primera vez al MAS, ingresó a la Asamblea Legislativa como diputado. Cinco años más tarde en 2002,por un porcentaje mínimo, perdió la presidencia con Gonzalo Sánchez de Lozada.

En 2005, luego de la convulsión social que hubo, Morales ganó las elecciones para ser por primera vez presidente de la que entonces se llamaba República de Bolivia. En 2009 al reformar la Constitución, el nombre cambió a Estado Plurinacional de Bolivia. En esa reforma también se estableció que solo podría ser posible buscar la reelección presidencial una vez; y que el mandato de Morales de ese entonces (2006-2010), contaba como su primer periodo. Eso significaba que el presidente Evo Morales no podía postular por cuarta ocasión en las elecciones de 2019.

Pero un fallo del Tribunal Electoral, en ese entonces controlado completamente Morales, se lo permitió. Incluso obviando el traspié del referéndum, que él mismo promovió para permitir la reelección y que perdió en 2016. Tal como ocurrió con su camarada Ortega, el fallo de un tribunal lo habilitó para postularse en 2018. Igual que Daniel Ortega en 2010 y su Corte Suprema de Justicia, a pesar de la prohibición expresa en la Constitución Política.

Morales lleva 23 años en la política boliviana

Desde febrero, Morales había anunciado que sería candidato a senador. Esto fue rechazado por el tribunal electoral y confirmado por un tribunal de justicia en apelación, que adujo que Morales no residía en Cochabamba. Departamento por el que pretendía alcanzar la senaduría, que le garantizaría la inmunidad parlamentaria que necesita ante las acusaciones que enfrenta.

Es la primera vez en los últimos 23 años, que el expresidente Evo Morales no participa en un proceso electoral. Ahora por su exilio y por el temor a las documentadas acusaciones en su contra.

También hemos escrito: Los "socialistas del siglo XXI" con el pueblo, mientras dos dé la razón

Obispos de allá también piden la unidad de la oposición

Monseñor Ricardo Centellas, presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, manifestó que se debe buscar la unidad de partidos políticos, porque con la división actual la que pierde es Bolivia.

“En un proceso electoral tiene que haber seso, un espíritu de unidad. Si seguimos dividiéndonos, Bolivia pierde. Si llegamos tal cual están en la actualidad, me parece que son ocho partidos que van a las elecciones, Bolivia pierde. Hay que buscar la unidad”.

Monseñor Ricardo Centellas, presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia y arzobispo de Sucre

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Las diferencias con Nicaragua

  • La observación electoral en las elecciones del 18 de octubre está garantizada. Habrá misiones de la Unión Europea, la Organización de los Estados Americanos, el Centro Carter y la Unión de Organismos Electorales de América. También de organizaciones locales.
  • En la actualidad, ni el Sistema Judicial ni el Tribunal Electoral están bajo el control de Morales y su partido el MAS.
  • Las Fuerzas Armadas ya evidenciaron que están dispuestas a “sugerir” lo que la Constitución les faculta; a pesar de la relación que los había llevado a ser percibidos como favorables a Morales.

Oppenhaimer sentencia lo que puede ocurrir a poco tiempo de las elecciones: “si no se unen, serían responsables de una posible victoria del MAS que llevaría a Bolivia a un gobierno autoritario populista, una mayor represión política y una pobreza aún mayor. Sería una verdadera tragedia política, y lo más triste es que podría ser perfectamente evitable”. La oposición nicaragüense debería verse en este espejo.

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Avil Ramírez

Abogado y notario público. Estudios en relaciones internacionales en el Colegio de México, Universidad de Durham y el Instituto de Cooperación Internacional de Israel. Director ejecutivo de AmCham (2007-2018); vicepresidente de AACCLA. En la administración pública (1993-2007) fue ministro de Defensa, viceministro de Gobernación, secretario privado de la Presidencia de la República y director general para Europa en Relaciones Exteriores. Condecorado con la Orden Isabel La Católica de España; Gran Cruz al Mérito de Alemania; Gran Collar de la Bandera del Sol Resplandeciente de Taiwán; San Gregorio Magno del Vaticano; Honor al Mérito de la OEA y Cruz de Honor al Mérito de Guatemala.

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