Las consecuencias del estallido social que enfrenta Nicaragua desde abril de 2018 han causado estragos en todos los sectores, incluida la población infectada con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) que además de enfrentar discriminación y en algún momento escasez de medicamentos, ha visto como la crisis económica le arrebató a la mayoría la posibilidad de tener un empleo y convirtió a muchos en blanco de la represión gubernamental.
Además, el retiro de la cooperación internacional puso fin a diversos programas de apoyo y prevención. Tampoco escapan de las consecuencias que provoca la ausencia de estadísticas oficiales sobre el estado de los afectados.
En medio de este panorama poco alentador, Nicaragua se suma al resto de países de América Latina y del resto del mundo que este 1 de diciembre conmemora una vez más el Día Internacional de la lucha contra el SIDA, viendo que ante el avance del tiempo y de la enfermedad se hace casi imposible cumplir la meta de poner fin a la epidemia en 2030, como parte de la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
“Toda la sociedad enfrenta las consecuencias de lo que está pasando en el país, pero para las personas con VIH y las que tiene VIH avanzado las crisis se agrava más porque más del 95 por ciento de las personas diagnosticadas con VIH no tiene trabajo y eso agrava de gran manera su situación porque afecta la autoestima, también sicológicamente y el tema de la adherencia de los medicamentos (cumplir con rigurosidad las prescripciones médicas), todo esto dificulta que se pueda garantizar una buena calidad de vida”, dice Arely Cano, presidenta de International Coalition of Women Latina (ICW).
La ICW Latina es una organización dedicada a promover y defender los derechos las personas con VIH y su presidenta asegura que a la imposibilidad de conseguir un empleo se suma el estigma y la discriminación que enfrentan las personas con VIH. Factores que podrían incrementarse ante la falta de inversión en educación y prevención, que ha provocado el retiro de la cooperación internacional.
“Entre menos se invierte en temas de educación y de prevención vas a tener más falta de información y más discriminación. En el caso de las mujeres la situación se agrava aún más porque tenernos otro factor que es la violencia”, lamenta Cano.
Y añade que en la población con VIH las dificultades son más focalizadas y se vuelven también un problema de salud pública que ha empeorado porque a los factores ya mencionados se suma también que los programas no gubernamentales que apoyaban los temas de capacitación, empoderamiento y ayuda a las personas, cerraron por el retiro de la cooperación.
“Actualmente no existen programas desde la sociedad civil para intervenir en estas poblaciones, para dar apoyo, seguimiento y acompañamiento médico y sicológico para enfrenar su problema de salud, que además se agudiza cuando enfrentan miedo por la persecución política”, señala Cano.
En medio de este contexto la ausencia de estadísticas oficiales, según Cano, impide el desarrollo de estrategias efectivas de atención y prevención, pero también de programas de apoyo y acompañamiento que ayuden a superar los obstáculos.
Como ocurre con la mayoría de instituciones del Estado nicaragüense, el Ministerio de Salud (Minsa) que debería brindar estadísticas sobre el este tema no las ofrece. La información sobre el VIH que se encuentra en el sitio web del Minsa, es tomada de notas publicadas en medios oficialistas que reproducen los habituales mensajes del medio día de la vice presidenta y primera dama Rosario Murillo.
De acuerdo a las notas que se encuentran en el sitio web del Minsa, el pasado 27 de septiembre Murillo dijo que a esa fecha en el país se registraban 5,650 personas recibiendo tratamiento; que en 2018 el virus provocó la muerte de 234 personas y que entre enero y septiembre de 2019 se registraron 133 muertes.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) 1.2 millones de personas tuvieron acceso a medicamentos en América Latina en 2018, de un total de 1.9 millones que viven con el virus.
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Los datos que Murillo dio en septiembre fue una de las pocas veces que ella se refirió al tema. En mayo pasado ni ella ni ningún otro funcionario del régimen se pronunció cuando Cano denunció la escasez de medicamentos que se entregan a estas personas periódicamente. La única reacción pública que hubo fue de parte de simpatizantes del régimen que amenazaron a Cano y a su familia y la acusaron de sumarse a la campaña de desprestigio contra las autoridades.
Sin embargo, Cano insistió que la denuncia no era política sino un problema grave de salud, ya que la escasez de estos medicamentos ponía en riesgo la salud de las personas con VIH. Luego de negociaciones y la intervención de la OPS el abastecimiento se normalizó y según Cano se recomendó a las autoridades hacer las compras con la debida anticipación para evitar desabastecimiento.
Las autoridades locales están obligadas a entregar estos medicamentos a todas las personas diagnosticadas con VIH, sin discriminación alguna; este es un compromiso asumido con el Fondo Mundial para la lucha contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria (GFATM por sus siglas en inglés), organización que nació hace casi dos décadas por iniciativa de la Secretaria General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El convenio firmado establece que el Fondo Mundial aporta el 40 por ciento de los recursos que se invierten para dar respuesta a esta epidemia y el país pone el restante 60 por ciento.
“Nuestro mayor sueño es encontrar una cura para el VIH… Aunque este avance es complicado y se necesita mucho trabajo para conseguirlo, el que podamos acabar potencialmente con el VIH mediante la ciencia, ya sea a través de una vacuna o de un tratamiento curativo, nos da grandes esperanzas para el futuro”.
Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA
Los medicamentos que se entregan a las personas con VIH buscan garantizar una mejor calidad de vida y aunque de momento no se cuenta con una cura para la enfermedad, hay grandes avances.
Por ejemplo, un equipo de investigadores de Dinamarca reportó que si tras un periodo de tratamiento antirretroviral se mantiene una supresión de la carga viral durante doce meses, existe poco riesgo de que esta vuelva a aumentar a niveles relacionados con la transmisión a terceros.
También en marzo de 2019 el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) informó que especialistas del University College y del Imperial College de Inglaterra, en 2016 le trasplantaron células madre de un donante que portaba una mutación genética muy extraña a un paciente con linfoma de Hodgkin en estado avanzado y el VIH que portaba ha sido indetectable desde que dejó de tomar medicamentos antirretrovirales hace 18 meses.
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