La pérdida de empleos y el surgimiento de negocios informales --como opción de generación de ingresos--, son algunas de las consecuencias provocadas por la crisis sociopolítica que enfrenta el país. El problema es, que las alternativas surgidas para compensar estas situaciones, están marcando un retroceso en las conquistas de las mujeres en el mercado laboral.
En 2018, el 65.3 por ciento de las mujeres ocupadas a nivel nacional, realizaban actividades vinculadas al comercio, turismo y servicios. Estos tres sectores, son los más afectados por la crisis. Y a la fecha, todavía no recuperan el dinamismo que tenían antes del estallido social de abril del 2018.
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“Esto se traduce en que estas mujeres están enfrentando menores niveles de ingreso, lo que conlleva a una desmejora en el poder adquisitivo de sus hogares”, dice un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
En 2018, el porcentaje de asalariados se redujo, porque según Funides, unas 453 mil personas fueron suspendidas o despedidas de sus empleos. La mayor parte de trabajadores que se mantuvo como asalariados eran hombres. Mientras entre las mujeres creció el trabajo por cuenta propia o autoempleo.
“El autoempleo es un sector que le permite a las mujeres mayor flexibilidad para combinar el trabajo productivo con el reproductivo. Por años se ha hablado de la carga laboral de las mujeres con la doble jornada y eso con la crisis se ha agravado”.
Análisis de Funides
La entrada de más mujeres al mercado laboral que se venía observando, se frenó. Lo mismo ocurrió con la tendencia de que más mujeres entraran a la formalidad. Estos, son algunos de los problemas estructurales del mercado laboral que se han agudizado con la crisis.
“Es como retroceder unos años. Cuando la economía se recupere, habrá que comenzar de nuevo la lucha por abrir espacios para las mujeres en el mercado laboral”, advierte el análisis de Funides.
El emprendimiento, que es campo donde más mujeres encuentran oportunidades para generar ingresos también ha sido afectado por la crisis. De acuerdo a una encuesta realizada por el centro de pensamiento, el 83.3 por ciento de las emprendedoras consultadas reportan reducción en la venta de sus productos o servicios.
Para compensar esa caída en las ventas y por ende de sus ganancias, el 44.4 por ciento de las encuestadas ahorró insumos. Mientras el 27.7 por ciento redujo operaciones. Y el 25.5 por ciento despidió personal.
Otra de las estrategias ha sido la diversificación. El 44.4 por ciento amplió los servicios que ofrecía. El 33.6 por ciento cerró el local para convertirse en un negocio virtual. Y el 26.7 por ciento modificó el giro principal de su negocio.
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La encuesta incluyó una muestra de 781 mujeres y fue realizada a través de las redes sociales de la plataforma Dele peso a sus pesos.
Otro dato relevante de la indagación es que el 88.2 por ciento de las consultadas dijo que además de atender sus actividades productivas también atiende las tareas de su hogar.
Además, para el 39.1 por ciento las tareas del hogar aumentaron. Antes de la crisis pagaban a alguien para que realizara algunas tareas del hogar. Pero con la crisis, una de las medidas de ahorro ha sido no seguir pagando y asumir todas las responsabilidades del hogar.
Eso refleja que el problema de la doble jornada y la sobrecarga de trabajo que tienen las mujeres se ha agudizado. A esto se suma, que en los últimos 18 meses, por los problemas que enfrentan sus negocios, han tenido que incrementar la cantidad de horas que le dedican a sus emprendimientos.
Esta sobrecarga ha provocado una serie de trastornos emocionales, entre ellos estrés, ansiedad, trastornos del sueño, depresión y agravamientos de las condiciones de salud.
“Esto nos vuelve a remarcar cómo la crisis ha trastocado las condiciones de vida de las personas. Las mujeres están mas agobiadas, tienen más cargas de trabajo y eso se traduce en afectaciones a la salud”.
Análisis de Funides
Adicionalmente, el incremento del desempleo ha impulsado el surgimiento de nuevos emprendimientos informales. Estos se han convertido en competencia paras las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) formales, ya que sus costos operativos son menores a los de los negocios formales.
Esto sumado a los constantes incrementos de los costos de producción, los estimulan a trasladarse a la informalidad, ya que es la única opción que les queda para mantenerse en el mercado.
El incremento de la informalidad de los negocios, también está mandando al traste los esfuerzos que en los últimos años se venían realizando para formalizar a miles de emprendedores, que constituyen gran parte del tejido empresarial del país.
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