¿Cuánto más puede resistir la banca nicaragüense?

¿Cuánto más puede resistir la
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El segundo y tercer trimestre de 2018 han sido un reto difícil para el sistema bancario nicaragüense, su prueba de estrés financiero más grande: ha visto salir el 19.2% de los depósitos (cerca de mil millones de dólares), ha tenido que sacrificar su acelerado crecimiento para priorizar liquidez con la que pueda responder a sus depositantes y ha visto desmejorarse la calidad de su cartera. Hasta ahora ha salido bastante bien librado de un fenómeno sin precedentes en la región, pero salta la pregunta: ¿cuánto más podrán aguantar?

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La agencia calificadora de riesgos Fitch Ratings califica a cuatro de los ocho bancos que hay en Nicaragua, pero da seguimiento integral al sistema financiero.

En ese ejercicio, destacan el hecho que pese al contexto, las instituciones bancarias han mantenido sus calificaciones crediticias a largo y corto plazo, pero señala que el deterioro en el entorno económico y –principalmente– la incertidumbre de cómo se pueden desarrollar las cosas en el corto plazo está incidiendo en los niveles de mora y rentabilidad de las instituciones.

Hasta finales de septiembre esos cambios “no son preocupantes”, valora el director responsable de Instituciones Financieras para América Central de Fitch, Rolando Martínez, pero no se puede dejar de prestarles atención a las tendencias.

La cartera de créditos en riesgo más los que se encontraban en recuperación hasta diciembre de 2017 representaba el 3.38% de la cartera total. Hasta julio pasado (el dato más actualizado) era el 5.74% del total de los préstamos, según indicadores recopilados por el Banco Central y disponibles en su sitio web. Es un cambio visible, aunque se mantiene aún a niveles más sanos que en otros países de Centroamérica.

La situación que enfrenta la banca nacional no tiene precedentes en la región, apunta el representante de Fitch Ratings, y se ha alimentado de una debilidad propia del sistema financiero nicaragüense y es que la gran mayoría de los depósitos son “a la vista”, es decir que pueden ser retirados en cualquier momento. Lo óptimo sería que predominaran los depósitos a plazos, pero en Nicaragua apenas promedian el 26% del total.

¿Qué podemos esperar?

El financiamiento es clave para el desarrollo de las actividades productivas, pero al disminuir éste, el impacto en la economía es inminente. Algunas instituciones empiezan a dar luces de querer reactivar algunos tipos de financiamiento: empiezan a enviar correos electrónicos ofreciendo créditos al 0% interés, o más descuentos con el uso de las tarjetas. Sin embargo, una posible intención de reactivar el crédito se toparía con una economía dañada.

En octubre casi al unísono los organismos internacionales anunciaron una fuerte contracción de la economía, lo que se suma a la proyección realizada inicialmente por la Fundación Nicaragüense de Desarrollo Económico y Social. Funides estimó una caída del Producto Interno Bruto de entre 2.1% y 4 % en 2018 respecto a 2017, mientras el Fondo Monetario Internacional prevé una merma del 4%. El Banco Mundial estima la contracción en 3.8% y para 2019 las proyecciones también son negativas.

En 2009, última vez que la economía nicaragüense se contrajo (2.8%, según los datos actualizados), la cartera de créditos del sistema financiero se redujo en casi 3,000 millones de córdobas (unos 145 millones de dólares, al cambio oficial promedio de ese año). Hasta julio pasado la cartera de préstamos ya se había mermado en 3,167 millones de córdobas (unos 99 millones de dólares al cambio oficial actual). El inconveniente ahora es que debido a la incertidumbre, no hay precisión sobre el rumbo que tome la economía nacional.

“Esto no está resuelto todavía a nivel de país y eso es lo que fundamenta que nosotros  a las instituciones que calificamos, todavía mantenemos una observación negativa producto de la incertidumbre del entorno. Hacia delante vamos a seguir monitoreando estas tendencias de rentabilidad, morosidad y ver en qué medida terminan impactando –si es que lo hacen– aspectos de liquidez o capital, pero hasta el momento no se ha dado”, agregó Rolando Martínez, de Fitch Ratings.

En este sentido, debido a la volatilidad política, es preciso que las autoridades nicaragüenses generen confianza, pero algunos cambios como la falta de actualización en algunas publicaciones estadísticas, no han abonado a ello.

¿Qué porcentaje de los depósitos puede ver salir la banca sin que esto les genere mayor problema? No hay una cifra clave. El representante de Fitch menciona que, por ejemplo, una institución podría tener un egreso mayor al 19.2% que promedia el sistema financiero, pero si, por ejemplo, cuenta con el respaldo de un grupo financiero regional, puede tener mecanismos más amplios que otras instituciones para afrontar ese tipo de situaciones.

Asimismo, “puede ser que otros no tengan apoyo de un grupo financiero pero pueden tener una cartera de crédito de menor plazo, es decir con más créditos de capital de trabajo a empresas, por ejemplo, con un vencimiento menor, a diferencia de hipotecas, que son plazos más largos. El nivel de recuperación de liquidez puede ser más ágil para estas instituciones. No hay un número clave, sino que hay que analizar entidad por entidad”.

A nivel general todas las instituciones mantienen mejores niveles de liquidez que previo a la crisis y todos sus indicadores permanecen en niveles que igualan o mejoran al resto de países de la región, pero mientras el entorno siga volátil, el sistema financiero seguirá presionado.

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