Además de provocar la muerte a más de 413 mil personas al 11 de junio, e incalculables pérdidas económicas, la Covid-19 puso en evidencia la falta de capacidad de los sistemas de seguridad social de la región para enfrentar la crisis sanitaria y demostró que es impostergable realizar cambios estructurales que corrijan sus deficiencias.
Miles de personas que por años aportaron parte de sus ingresos a estas instituciones no recibieron la atención médica esperada. Y los millones que quedaron desempleados no reciben ningún beneficio de sus aportes.
Esto, según especialistas, demuestra que la pandemia debe convertirse en la oportunidad para transformar estos sistemas y desligar la seguridad social de la condición laboral de las personas.
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Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la crisis sanitaria que enfrenta el mundo, puede crear las condiciones para que los países de América Latina y el Caribe mejoren el diseño, financiamiento y funcionamiento de sus sistemas de seguridad social.
Sin embargo, a nivel local la quiebra técnica que enfrenta el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), no permite determinar si se podrían realizar cambios de este tipo. Aquí, lo único que se sabe es que tiene que para seguir funcionado requiere cambios profundos.
Para Santiago Levy, miembro sénior del Programa de Economía y Desarrollo Global en Brookings Institution, el problema de la seguridad social de la región radica en su origen.
Durante su surgimiento no tomaron en cuenta que un sistema de contribuciones basado en la figura del trabajor asalariado no funcionaría. Y a lo largo de estas seis o siete décadas, en las que se comprobó que no funcionaba. En lugar de transformarlos, los países se dedicaron a ponerles “parches” que han agravado la situación.
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En los años cuarenta y cincuenta, los Estados latinoamericanos tenían baja capacidad administrativa y de cobrar impuestos. Por eso les fue relativamente fácil identificar a empresas grandes y establecer un cobro proporcional a los salarios de esas empresas. Sin tomar en cuenta que la inmensa mayoría de empresas de la región son pequeñas y que sería muy difícil cobrarles.
Eso generó un círculo vicioso en el que la cobertura nunca logró llegar a todos los sectores. Dejó fuera a muchos de los trabajadores de las empresas pequeñas, a los trabajadores por cuenta propia y a gran parte de los trabajadores del campo.
Según Levy no hay una receta única para la transformación del sistema de seguridad social. Ya que se deben tomar en cuenta las características de cada país.
“Pero hacia donde tenemos que transitar es a sistemas que cubran riesgos que no sean asociados al trabajo asalariado. Por ejemplo, el riesgo de enfermarse lo tiene toda persona independientemente de su estatus laboral. Entonces por qué pagar el seguro de salud solo cuando se está en la formalidad laboral. Se debe transitar a un sistema donde desvinculemos la cobertura contra el riesgo de enfermarse, del estatus laboral de la persona”.
Santiago Levy, miembro sénior del Programa de Economía y Desarrollo Global en Brookings Institution
Es especialista mexicano brindó estas explicaciones durante el webinar: COVID-19: ¿Una oportunidad para Rediseñar los Sistemas de Seguridad Social para el Siglo XXI?, organizado por el BID.
El riesgo de enfermarse debería cubrirse con un sistema de financiamiento que no sea un impuesto al salario. Eso garantizaría que, sin importar que la persona esté o no trabajando, goce siempre de la cobertura de salud. Y es un riesgo que debe cubrirse con los impuestos generales y no con las contribuciones a la seguridad social. Algo similar debe ocurrir con las pensiones universales, seguros de invalidez y seguros de vida que deberían tener cobertura universal.
Para Levy, que también es presidente de la Asociación Económica de América Latina y el Caribe, los riesgos que debería cubrir la seguridad social son los asociados al trabajo. Entre ellos el de ser despedido.
Entonces lo que debe redefinirse es, cuáles son los riesgos que deben cubrirse y qué fuentes de financiamiento requiere cada uno. Y a partir de eso trazar la ruta de transición. Que además es impostergable, porque los sistemas de la región ya no deben seguir recibiendo “parches”, que únicamente agravan los problemas de los sistemas.
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La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) considera efectivamente ese es el giro que debería dar la seguridad social. Sin embargo, de acuerdo a la realidad del sistema local, financieramente en quiebra, no es fácil determinar si aún tiene espacio para una transformación de ese tipo. Ya que el costo de la transición podría ser demasiado elevado. Y hasta ahora lo que se ha priorizado es garantizar el pago de las pensiones a los jubilados.
Aunque con el incremento de la pérdida de cotizantes que ha provocado la pandemia, se desconoce si todavía quedan recursos para cumplir con esta obligación. Que ante la falta de capacidad financiera del INSS, demandará mayores contribuciones del Estado por la vía del Presupuesto para cumplir con el compromiso.
“Funides está en la búsqueda de un conjunto de políticas, si que existen, que puedan mantener con vida al INSS. De momento es difícil determinar si recomendaremos que se mantenga el esquema de reparto actual. O si mantener el esquema de seguridad social para la rama de vejez se tendrá que recomendar un sistema alternativo”.
Análisis de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides)
Con respecto a la rama de salud, considera que su continuidad dependerá de que sea sostenible. Pero aún siendo, no deberá subsidiar a ninguna de las otras ramas de la seguridad social.
“Si cada una de las ramas de la seguridad social no es sostenible financieramente y comienza a recibir apoyo de otra de las ramas que si es sostenible, a la larga termina afectando la sostenibilidad de todo es el sistema y se afecta a las futuras generaciones de usuarios”, explica el análisis de Funides.
Mientras el resto de países de América Latina y el Caribe podrían transformar la actual crisis de salud pública en la oportunidad para transformar sus sistemas de seguridad social, para que estos ofrezcan más y mejores beneficios a los trabajadores, en Nicaragua no hay opción. Simplemente la seguridad social está obligada a cambiar para alargar su vida y seguir cumpliendo sus compromisos con los cotizantes. “En Nicaragua más que oportunidad, lo que hay es una necesidad de cambios. Ya que los problemas que enfrentará la seguridad social son graves. Si no se hacen cambios, no habrá forma de alargarle la vida al sistema y los cambios deberían garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Pero de momento no se sabe nada, el gobierno no ha dicho nada sobre el tema, pero esos cambios son urgentes”, dice Funides.
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