Nicaragua saldrá “herida” por la guerra comercial de EE.UU.-China»
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Nicaragua es un país deficitario en su balanza comercial, con énfasis en la importación de productos terminados e intermedios, debido a que el grueso de su producción es agrícola y, con suerte, agroindustrial.
Aunque los presidentes de Estados Unidos y China, Donald Trump y Xi Jinping respectivamente acordaron, durante la Cumbre del G-20 en Buenos Aires, una tregua en la creciente guerra comercial que libran, los efectos de los aumentos ya establecidos por ambos gigantes económicos a las tarifas de los productos que importan de cada uno sin duda tendrán repercusiones a nivel mundial; incluso se habla de que podría ocasionar recesión, pero ¿esta batalla de titanes tendrá alguna repercusión en Nicaragua?
Entre marzo y agosto de este año, el presidente estadounidense Donald Trump impuso aranceles a productos chinos por alrededor de US$50,000 millones, lo que ocasionó que la potencia asiática aplicara su versión de la Ley del Talión.
Pero el “round” se puso más caliente el 24 de septiembre, cuando entró en vigor un arancel del 10% sobre un listado de casi 6,000 productos chinos por un total de US$200,000 millones, que incluye productos de gran demanda como carnes congeladas, pescado, frutas, cereales, maletas, papel higiénico, bolsos, entre otros. Al menos por el momento, según lo hablado en Buenos Aires, el anuncio de que en enero ese impuesto pasaría a 25% ha quedado en suspenso.
Pero en respuesta a los aumentos ya establecidos, China impuso nuevos aranceles de entre 5% y 10% a productos estadounidenses por US$60,000 millones, con lo cual cerca de la mitad de las compras que el gigante asiático hace a Estados Unidos, están gravadas con nuevos impuestos
¿Las consecuencias? De forma casi inmediata los consumidores de ambos países sufren alzas en los precios de miles de productos y derivados, en una espiral arancelaria que por ahora no parece tener fin.
Pero, ¿eso en qué afecta a Nicaragua? Con el grado de globalización de la economía mundial, no habrá país que salga ileso de esta guerra, tomando en cuenta el entretejido de las cadenas logísticas y de producción a nivel mundial. Los puertos, navieras, empresas de transporte ferroviario, terrestre y aéreo, tienen una capacidad instalada que cuesta mantener; al reducirse el intercambio comercial entre los dos gigantes, la demanda global se vería afectada, por lo que tratarán de diluir esos costos en nuevas tarifas.
Para Gustavo Viales, presidente de la Asociación Nicaragüense de Agentes Navieros (ANAN), para Nicaragua podría haber una triple afectación producto de la guerra comercial:
La primera es para ciertos productos chinos que sufren algún tipo de transformación o empaque en Estados Unidos y luego son reexportados, que tendrían ante la nueva realidad, mayor carga impositiva.
La segunda afectación podría ser el incremento en los costos logísticos por la caída del flujo comercial de las dos potencias en guerra, lo que también recaería sobre los consumidores.
La tercera afectación podría darse –de agudizarse la disputa arancelaria– ante una eventual desaceleración económica en las dos potencias como efecto de la reducción del comercio bilateral, lo que arrastraría al mundo entero. Mutuamente China y Estados Unidos son sus principales socios comerciales y mueven consigo a numerosas industrias y economías en todo el mundo, por lo cual el mundo entro observa atento el desenlace de sus diferencias.
Su importancia es tal que la Organización Mundial del Comercio (OMC) les atribuye gran parte del crecimiento del volumen del comercio de mercancías (exportaciones e importaciones) y desde abril pasado advirtió que, de llevarse a cabo una guerra comercial, afectaría la meta de crecimiento comercial de 4.4% proyectada inicialmente para este año, y que en septiembre fue rebajada a 3.9%.
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“Lo último que necesita la economía mundial es un ciclo de retorsiones”, advirtió el director general de la OMC, Roberto Azevêdo en una conferencia de prensa en abril. Y en septiembre sostuvo que “si bien el crecimiento del comercio sigue siendo sólido, esta rebaja de las perspectivas refleja el aumento de las tensiones que se están produciendo entre socios comerciales importantes”.
Golpe al bolsillo
Y mientras se define qué pasará en esta disputa, se espera que de forma casi inmediata los países centroamericanos sufrirán por el incremento en los precios de bienes terminados cuyos componentes sí se verán afectados por las nuevas cargas impositivas, o porque son directamente gravados con más impuestos al ingresar por Estados Unidos rumbo a Centroamérica. Electrodomésticos o artículos electrónicos que en su totalidad tengan nuevos aranceles, o partes esenciales para su fabricación, serían los primeros afectados, lo que se trasladaría al consumidor final.
El reconocido economista de la firma consultora Beacon Economics, Jock O’ Connell, autoridad en temas de comercio internacional en California, Estados Unidos, y voz respetada en temas de tendencias económicas mundiales, explica que producto de la guerra comercial –como siempre– habrá ganadores y perdedores. ¿Quiénes ganarán?
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Los grandes importadores de Estados Unidos que se dedican a reexportar a países como Nicaragua: compran grandes volúmenes, lo que les da ventaja de negociación de precios que no tendrían de forma individual los importadores locales de países pequeños, pero este beneficio no necesariamente lo trasladarían. ¿Quiénes pierden? Los países pequeños como Nicaragua, que no tienen capacidad de negociar precios y son compradores de mercancías extranjeras.
Ante ello, si bien no es una estrategia de corto plazo, el especialista recomienda a los importadores nicaragüenses diversificar sus proveedores, aunque esto implique reorganizar las cadenas de suministro, elevando costos, pues en esta economía globalizada no es buena idea dejar “todos los huevos en una sola canasta”.
Durante los últimos años Nicaragua ha aumentado su dependencia comercial de Estados Unidos, tanto en importaciones como exportaciones. De este modo, mientras en 2006 le compraba productos por 631.7 millones de dólares y le vendía mercancías por 340 millones, en 2017 le compró productos por US$1,324.5 millones y le vendió mercancías tradicionales por 1,012.5 millones de dólares, a los que se tendrían que sumar poco más de 2,000 millones de dólares que se exportan bajo el régimen fiscal especial de zona franca, el cual cobró auge a raíz del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la región (DR-Cafta).
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