Si 2018 fue un año difícil, prepárese: los pronósticos para la economía nicaragüense en 2019 indican que de no haber acuerdos políticos, la actividad económica en general podría retroceder una década, a niveles de 2008. Hay actividades como la venta de automóviles que ya están en ese punto, otras ya retrocedieron a niveles de 2011.
A criterio del economista Néstor Avendaño, –quien forma parte de una iniciativa empresarial que busca propuestas para la crisis económica que se ha derivado de la crisis política– urge entendimiento para frenar una inminente y dramática recesión, la que solo tiende a empeorar porque además de las consecuencias de la crisis sociopolítica, a partir del 20 de diciembre entró en vigencia la Nicaraguan Investment Conditionality Act, ley conocida como Nica Act, que frena el flujo del financiamiento de organismos multilaterales hacia el sector público, además, esa ley pretende castigar a políticos y empresarios que el gobierno de Estados Unidos considere corruptos.
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Con base en la experiencia de Honduras (donde por el conflicto político derivado por la salida del expresidente Manuel Zelaya en 2009 se suspendieron todos los desembolsos de créditos ya contratados), Avendaño augura que Nicaragua enfrentaría la misma presión financiera con la Nica Act, lo que trabaría los fondos que cubren el 80 por ciento del Plan de Inversión Pública, estimado para 2019 en 16,213 millones de córdobas, según el Presupuesto General de la República para este año, ya de por sí inferior en casi 5,500 millones de córdobas a lo presupuestado para 2018.
De ser así, apenas se ejecutaría entre un 10 y 20 por ciento de dicho plan, con fondos de países que continúan apoyando al gobierno de Ortega, como Corea del Sur, Japón y Taiwán.
A eso habría que agregar que la inversión extranjera directa seguiría paralizada a causa de la incertidumbre, lo que además golpearía la inversión doméstica, de la cual Avendaño prevé que se reduciría en un 70 por ciento.
Con base en la caída de la inversión pública, la extranjera y la del sector privado local, Avendaño introdujo las variables en las Cuentas Nacionales y la matriz de insumo-producto de Nicaragua y estima que el 76 por ciento de la actividad de la construcción desaparecería.
“Esto prácticamente es un cierre de empresas de la construcción vinculadas con proyectos de inversión pública”, advierte el economista, lo que se traduce en mayor desempleo.
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El sector construcción perdió unos 14 mil empleos formales en 2018 respecto al año previo, según cifras oficiales. En agosto de 2017 –el mejor mes de ese año– las empresas de ese ramo tenían inscritas ante el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) 36,261 afiliados; en agosto de 2018 eran 22,435.
Si la construcción se contrae un 76 por ciento, “esto va a generar un gran desempleo y aquí viene la segunda ola de impacto. Los ingresos de los hogares se ven reducidos porque crece el subempleo y el desempleo, y por lo tanto los hogares tienen que reducir su nivel de consumo al nivel de ingresos, ahora reducido”, adelanta.
El consumo de los hogares nicaragüenses caería, botaría además las actividades productivas de bienes y servicios de consumo local. En total, el al PIB de Nicaragua podría caer en un barranco de hasta el 20 por ciento en 2019. Es decir que si la caída (aún no precisada oficialmente) de un dígito de la economía en 2018 sacudió a todos los sectores, una de dos dígitos sería devastadora.
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Un desplome de ese tipo sólo se compara con la de 1979, año en que salió del poder Anastasio Somoza Debayle, hundiendo el PIB en 26.5 por ciento, según se puede comprobar en el documento 50 Años de Estadísticas Macroeconómicas 1960-2009, publicado por el Banco Central de Nicaragua.
De no haber una solución para 2020, ese año el PIB podría caer otro 9 por ciento.
Una catástrofe económica
Tres años de caídas sostenidas de esa magnitud traería más desempleo, profundización de la informalidad por los cientos de miles que buscarían generarse ingresos, mayores niveles de pobreza, más emigración de mano de obra calificada y una espiral que el economista Avendaño califica como “catástrofe económica”.
“Es una ‘catástrofe económica’ que sólo se puede arreglar con una solución política pacífica y negociada. Fuera de esto sería una catástrofe”, reitera el economista.
¿Y si hubiese solución al problema político? En el hipotético caso, aún hallando una salida pacífica e inmediata a la crisis, las proyecciones del director de la firma Consultores para el Desarrollo Empresarial, S.A. (COPADES), apuntan a que este año la economía no se salvaría de una contracción. En el mejor de los casos decrecería 1.5 por ciento.
Mientras más tiempo transcurra hasta poner fin a la inestabilidad que atraviesa Nicaragua, más duro será el golpe económico.
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