Al remitirnos al Diccionario de la Real Academia Español (DRAE), lo primero que observaremos en la definición de raya es:
“Signo de puntuación representado por un trazo horizontal (—) de mayor longitud que el correspondiente al guion (-), con el cual no debe confundirse. Cuando se usan dos rayas (una de apertura y otra de cierre) para introducir un inciso dentro de un período más extenso, estas se escriben pegadas a la primera y a la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de la palabra o signo que las precede o las sigue; pero si lo que sigue a la raya de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos”.
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Después de aclararnos la definición, la RAE nos explica cuáles son los usos de este signo de puntuación:
El primer uso es cuando nos sirve para encerrar aclaraciones o incisos. Ejemplo:
Para Gilberto la fidelidad —cualidad que valoraba por encima de cualquier otra— era algo sagrado.
Si bien es cierto, en este caso también pueden utilizarse las comas o los paréntesis, es bueno recordar que los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto donde se insertan, que los escritos entre comas y es menor en los casos que se escriben entre paréntesis.
Además, en los incisos la raya de cierre no se suprime, aunque detrás de ella deba aparecer un punto o cualquier otro signo de puntuación:
Esperaba a Oriol —un gran amigo—. Lamentablemente, no vino.
Esperaba a Oriol —un gran amigo—, que, lamentablemente, no vino.
También se utiliza para introducir una nueva aclaración o inciso en un texto ya encerrado entre paréntesis, por ejemplo:
Si desea más información sobre este tema (la bibliografía existente —incluso en español— es bastante extensa), deberá acudir a otras fuentes.
Otro empleo es en la reproducción escrita de un diálogo, donde la raya precede a la intervención de cada uno de los interlocutores, sin que se mencione el nombre de estos. Veamos el ejemplo:
—¿Cuándo volverás? —No tengo ni idea. —¡Espero no tardes mucho! —No te preocupes. Volveré lo antes posible.
Normalmente, en las novelas y otros textos de carácter narrativo, las intervenciones de cada uno de los personajes se escriben en líneas distintas. Como se ve en el ejemplo, no debe dejarse espacio de separación entre la raya y el comienzo de cada una de las intervenciones.
En el caso de los textos narrativos la raya también se utiliza para introducir o enmarcar los comentarios y precisiones del narrador a las intervenciones de los personajes. En este uso se debe tener en cuenta:
—Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado. / A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa.
—Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.
—¡Qué le vamos a hacer! —exclamó resignada doña Patro (y no —¡Qué le vamos a hacer! —Exclamó resignada doña Patro).
Pero si la intervención del personaje continúa tras las palabras del narrador, el signo de puntuación que corresponda al enunciado interrumpido se debe colocar tras la raya que cierra el inciso del narrador:
—Está bien —dijo Carlos—; lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.
—No se moleste. —Cerró la puerta y salió de mala gana.
Si tras el comentario del narrador continúa el parlamento del personaje, el punto que marca el fin del inciso narrativo se escribe tras la raya de cierre:
—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.
—Anoche estuve en una fiesta —me confesó, y añadió—: Conocí a personas muy interesantes.
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Pero cuando los elementos que se relacionan son simples, como ocurre en el ejemplo anterior, se puede eliminar la puntuación, por ejemplo:
Las funciones del lenguaje, según Jakobson, son seis:
— expresiva
— fática
— conativa
— referencial
— poética
— metalingüística
b). La segunda opción es escribir con inicial mayúscula cada uno de los conceptos y cerrar los enunciados con punto. Esto se recomienda cuando la relación se compone de enunciados completos, por ejemplo:
Entre los rasgos del castellano hablado en Aragón, sobresalen los siguientes:
— La entonación es claramente ascendente y hay tendencia a alargar la vocal final.
— Se evita el acento en posición esdrújula.
— El sufijo diminutivo dominante es -ico.
— Se emplea mucho la partícula pues.
Sin embargo, en el ejemplo anterior la raya puede sustituirse, por letras con paréntesis, números u otros signos.
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