¿Cuánto costaría a Nicaragua que apagaran el internet?»
Vladimir Vásquez
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Apagar el internet en un país no solo representa un ataque a la libertad de expresión e información sino que tiene fuertes costos para la economía
El régimen de Daniel Ortega ha intentado en diferentes ocasiones controlar el acceso de los nicaragüenses a internet.
Ninguno de los intentos ha surtido efecto. Al final, las consultas se realizan, pero las leyes no se aprueban por la presión de diferentes sectores empresariales, sociales y políticos.
La más reciente fue en marzo del 2018 previo al inicio de la crisis de abril. En aquel momento, la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos, argumentó que el acoso en línea o ciberacoso se había convertido en un tipo de violencia y que comúnmente era dirigido contra las mujeres.
La protesta de Ramos en realidad respondía a denuncias en las redes sociales contra supuestos abusos y supuestos casos de corrupción en el poder judicial.
Sin embargo, la protesta fue retomada por la vicepresidenta, Rosario Murillo, quien orientó a la Asamblea Nacional una "consulta" sobre el supuesto daño que estas publicaciones estarían causando a las familias nicaragüenses. La consulta cayó en el olvido con la rebelión ciudadana de abril.
Pero antes, en 2013, el gobierno hizo un primer intento y en ese entonces el director de Telcor, Orlando Castillo, incluso habló de controlar los espacios televisivos virtuales. El otro intento fue en 2015, cuando se pretendió crear una empresa estatal que controlaría el tráfico de internet.
No es imposible "apagar" el internet
Controlar o "apagar" el internet en una zona específica o un país completo no es imposible. Países como Irán, China, Cuba y Corea del Norte, están entre los más censurados, según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) y eso incluye internet
Eso sí, "apagar" el internet tiene un costo. Por ejemplo, en Venezuela, en la pugna política actual, Nicolás Maduro ha limitado el acceso a Youtube y Facebook cada vez que el presidente encargado Juan Guaidó, ha realizado transmisiones en vivo.
Según la herramienta de la organización Netblocks, que calcula el costo que tiene para un país las limitaciones parciales o totales de internet, la falta de acceso a Youtube y Facebook por un período de 3 horas únicamente en Caracas, generó una pérdida económica de 181,076 dólares en el país.
Y el bloqueo parcial o incluso específico a ciertos sitios de internet en Venezuela se está volviendo más frecuente. Una de las recientes víctimas fue la página VoluntariosXVenezuela que fue bloqueada el sábado 16, según Netblocks.
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Si el mismo cálculo se hace en Nicaragua, podemos evaluar varios escenarios. Por ejemplo: Un cierre parcial de tres horas de Youtube y Facebook le costaría al país 8,651 dólares. Un cierre total, por una hora, como indica el cuadro abajo, tendría un costo de más de 739 mil dólares.
En estos momentos (al menos que nosotros sepamos) no hay ningún indicador de que el Gobierno pretenda retomar la idea de regular o "apagar" el Internet; esto es solo un cálculo para analizar las consecuencias.
Es decir, que si de alguna manera, en este contexto con una economía que va en picada se decidiera tomar una medida de este tipo, las consecuencias serían devastadoras y acelerarían todavía más la debacle.
Usando la herramienta de Netblocks, apagar internet tendría los siguientes costos, dependiendo el alcance de la censura:
Aunque, según aclaran desde la misma organización, un apagón de internet de un día completo es muy raro y usualmente duran unas horas y la estimación que se realiza afecta tanto los servicios, tanto móviles como residenciales. Esto, claro, si no es por causas políticas.
¿De dónde salen los datos?
Como explicaba, la organización creó la herramienta para que los ciudadanos de cualquier país del mundo puedan darse cuenta cuando hay apagones de Internet en sus países, principalmente aquellos donde hay limitaciones con las libertades públicas.
Las cifras se calculan en función del Producto Interno Bruto de cada país, dato que se ha suministrado a la herramienta con las cifras del Banco Mundial, y otros organismos.
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