A todos los viejos lesbianos»
Vladimir Vásquez
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Si vamos a cambiar un país completo no basta solo pensar en política, también la forma en que se hace empresa debería reconsiderarse.
Desde que empezó la crisis de abril nos hemos dedicado a imaginar cómo sería la Nicaragua perfecta en manos de gobernantes jóvenes o al menos, más jóvenes que los que siempre hemos tenido.
Desde luego nos enfocamos en el gobierno, que será aquí, que será allá, que para acá y bla bla bla. Pero nos olvidamos de algo muy importante: ¿y las empresas?
Hay infinidad de estudios que hablan de cómo muchas empresas en el mundo cambiaron su forma de ver las cosas para adaptarse a una nueva fuerza laboral que no estaba dispuesta a aceptar reglas arcaicas.
Por poner un ejemplo: en Francia los trabajadores pueden decidir no contestar un correo electrónico fuera de sus horas laborales. En Estados Unidos algunos medios demandan que sus periodistas se desconecten cuando se van de vacaciones.
En otras empresas se decidió crear horarios flexibles para evitar la rotación laboral, unos optaron por liderazgos horizontales y otras empresas, como las de nuestro país, siguen haciendo las cosas exactamente igual.
Y quiero demostrar mi punto sobre la actualización con un ejercicio muy pequeño. Muchos habrán leído este artículo ofendidos por el título.
La frase "viejo lesbiano", se origina en un meme de internet sin mayor sentido ni repercusiones.
Es una expresión que usan los más chavalos en colegios con sus amigos para expresar cualquier cosa sin ánimos de ofender a nadie. Ese es el mundo en que vivimos y ustedes deberían entenderlo también.
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Ya no es atractivo para muchos salir a buscar un trabajo donde te contratan para hacer X cosa, pero terminás encargado del abecedario completo solo porque te pagan un salario.
El problema, según creo y por mi propia experiencia, es que las empresas, en su mayoría, están lideradas por personas que aprendieron a hacer las cosas de una manera en sus tiempos y simplemente creen que se deben seguir haciendo exactamente igual.
Si vamos a construir un nuevo país, sería bueno que empezáramos a preguntarnos cómo vamos a crear las condiciones necesarias para que nuestra fuerza laboral no busque mejores condiciones en Suiza o en Francia, sino que las tengan aquí mismo.
La pregunta con la que los reto es: ¿qué estamos haciendo diferente? Ser joven no es sinónimo de modernidad. Conozco muchos jóvenes con pensamiento viejo y viejos con pensamientos joven. (No uso viejo en sentido despectivo).
Quizás, esas nuevas generaciones que tanto urgen cambios en redes sociales deberían empezar por analizar cómo pueden hacer cambios reales no solo en la política, sino en sus emprendimientos, en sus trabajos, en sus casas.
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Entonces, la democracia no será algo ajeno a cada ciudadano sino una práctica común y tan natural que se reflejará en todas partes y así, solo así tendremos un mejor país.
Ahora bien, no se trata de excluir a nadie. No se puede construir un país sin la experiencia del viejo o la energía del joven, se trata de que los espacios se abran para todos.
Si al joven lo contratan no es para decirle todo lo que tiene que hacer es para que lo dejen desarrollarse, desde luego, con una guía que establezca reglas.
¿Cuándo fue la última vez que analizamos específicamente las necesidades y requerimientos de nuestra nueva fuerza laboral? La gente no solo busca un salario. Es necesario actualizarse.
Si vamos a construir una nueva Nicaragua después que la mesa de negociación analice la última temporada de Games of Thrones es necesario empezar a hacer las cosas diferente.
Ya basta de la idea de que gritando se enseña o de que si pagamos un salario somos dueños del trabajador. O que yo sí puedo llevar a mi perra al veterinario, pero no puedo darle permiso a mi colaborador para que lleve a su mamá al médico.
Y les dejo una última pregunta: ¿se han dado cuenta que como Nicaragua no le hemos dado nada al mundo? Muy rica la comida y qué talentosos los deportistas, pero eso lo tienen en todos lados.
Si dejáramos de actuar como lo hacemos ya el mundo diría que les dimos matemáticas, gramática, tecnología, medicina. Algo. Pero seguimos en deuda porque nos seguimos matando con reglas de hace 100 años, con mentalidades retrógradas y con la idea de que somos especiales porque existimos en el mundo.
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