Anacronismo orteguista se ahoga en la "sociedad líquida"

Ya entrados en el siglo XXI, la situación es tal que inventas algo en Managua, le enviás los bocetos a un ingeniero en la India, con los planos de este ingeniero mandas a fabricar un prototipo en China y todos los pagos se han hecho en criptomonedas, todo esto sin que nadie de los involucrados se mueva de su casa.

Así funciona el mundo hoy en día, los cambios tecnológicos construyen nuevos individuos y con ellos nuevos paradigmas sociales, vivimos lo que el sociólogo Zygmunt Bauman definió como “sociedad líquida”, donde el concepto territorial de nación es sustituido por comunidades virtuales desarraigadas, donde los cambios son rápidos y las luchas ideológicas migran del dogmatismo al pragmatismo o exactamente en sentido contrario.

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Los valores pueden ser efímeros con respecto a individuos, pero se consolidan con respecto a la visión de todos, es así que, por ejemplo, los bosques, el agua y la tierra son vistos como una preocupación de todos sin importar estén en América, Australia o África y las preferencias individuales no admiten muchos cuestionamientos de la moral colectiva pues son solo del campo individual.

Quienes tenemos la dicha de vivir esto, estamos asistiendo como actores o espectadores de los cambios más radicales que la humanidad ha tenido, nuevos paradigmas se alzan, los valores se repensarán y el mundo como lo conocemos hoy no será el que albergará las aspiraciones de nuestros hijos.

La voz de los cambios

Una característica de este movimiento global de interconexión es que contrario a los otros grandes movimientos sociales de la historia reciente como la revolución industrial, la revolución liberal, la revolución socialista, el fascismo, etc.; no nos llega paulatinamente a las sociedades, llega en tiempo real, pues las distancias son borradas por la conectividad y con ella la comunicación horizontal, esa que no requiere de filtros ni emisores estructurados.

Lleva la voz de los cambios. Nuestros jóvenes con un teléfono en mano comienzan desde muy temprano a acariciar la idea de ser ciudadanos del mundo, sus parámetros de libertad y bienestar traspasan las barreras de la ideologización partidaria, la política en estas circunstancias se separa del modelo en que se construían acuerdos sociales basados en paradigmas ideológicos y se abre paso la construcción de modelos sociales abiertos que copiando la tecnología se van ajustando en el camino para conseguir mejor rendimiento, la flexibilidad acompañada de objetivos que generen prosperidad individual y colectiva son ahora el método de liderar las sociedades.

En el contexto de Abril

Este es el mundo contra el que se estrellaron Daniel Ortega y Rosario Murillo en nuestro célebre Abril, un mundo que ellos no entienden, cada joven asesinado, torturado o encarcelado por ellos era ante sus ojos un enemigo al que no comprendían, su mente tuvo que disfrazar a esos jóvenes de soldados y sentir que estaban en guerra.

Contaban los asesinatos de los manifestantes rebeldes como bajas de un ejército enemigo, y ahora después de tanta represión, Ortega y Murillo se preguntan por qué siguen protestando, por qué no les tienen miedo, por qué si lograron devolver a la indiferencia a muchos se siguen sintiendo amenazados. No entienden cómo es que cierran un medio de comunicación y este sigue informando en línea, no entienden por qué el mundo los condena, no entienden cómo se dan cuenta de los abusos, creen que esos videos en las redes alguien los debe fabricar para desprestigiarlos.

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Estamos en manos de un grupo de personas para quienes el mundo no siguió avanzando después de 1979, se ven envejecidos y sin respuestas, quieren el poder hasta la eternidad y no son capaces de reconocer el mundo que hay fuera, no porque vivan físicamente encerrados, sino porque al no comprender el mundo decidieron refugiarse en su arrogancia, no quieren ver, no quieren saber, no quieren aprender, es más fácil seguir matando, seguir encarcelando, seguir suprimiendo libertades, que tratar de comprender a este mundo.

Al final del día, cuando la realidad los arrolle y estén fuera del poder, se consolarán diciéndose que todo fue por culpa del imperialismo Yanke, para qué buscar otra causa si esa es la que ellos entienden y peor aún, es la que les ha servido para que sus fanáticos los dejen hacerse inmensamente ricos mientras gritan a voz en cuello que su ambición por poder es un apostolado por los pobres.