"¿Cuándo se jodió el planeta, Zavalita?", podríamos preguntarnos parafraseando al Vargas Llosa de Conversación en la catedral, es decir, ¿por qué nos ha pasado esto?
Ante esta interminable subida y bajada de nuevos casos de COVID-19, de nuevas variantes y mutaciones, es pertinente reflexionar sobre las causas fundamentales del por qué estamos donde estamos. Soy de los que creen en la teoría del gen egoísta de Dawkins y los comportamientos humanos subsecuentes; que ante una crisis sanitaria, como la que estamos enfrentando, lleva a pueblos enteros a comportamientos totalmente irracionales y egoístas. Tal es el caso de la nueva vertiente de incentivar la utilización de una tercera dosis de vacunas.
De acuerdo con un reportaje de la revista estadounidense Político, el gobierno de Joe Biden está próximo a recomendar la utilización de la tercera dosis entre toda los individuos con vacunación completa y que residen dentro de los Estados Unidos. Al parecer dicha recomendación se fundamenta en estudios epidemiológicos realizados por el Centro para la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en ingles).
La evidencia recopilada por científicos del gobierno federal durante los últimos meses, mostró un descenso en la ronda inicial de protección contra la infección por COVID-19; esta ha coincidido con un resurgimiento de los casos impulsados por la variante delta, que es más contagiosa. Los científicos analizaron la eficacia de la vacuna en individuos de distintos grupos de edad, con diferentes condiciones médicas y que recibieron la inyección en diferentes momentos.
Los resultados de la investigación se presentaron a los funcionarios del grupo de trabajo de COVID-19 de la Casa Blanca, en una reunión celebrada recientemente. Ahora se espera que, dentro de unos días, el gobierno de Biden anuncie formalmente su estrategia.
El autor también escribió: Cuando casi regresábamos a la normalidad: ¡aparece la variante delta!
Esta se diseñó, tras una serie de reuniones centradas en la preocupación de que la inmunidad de los estadounidenses contra la COVID-19, no solo se estaba desvaneciendo; sino que frente a la variante delta, estaba disminuyendo más rápido de lo previsto.
Las implicaciones, que esta decisión de la nación mas poderosa de nuestro planeta tiene para el resto de los mortales habitantes del resto del mundo, son profundas. Especialmente, en vista de que actualmente, además de sufrir una pandemia de un virus, también sufrimos una pandemia de inequidad en el acceso a las vacunas que protegen contra dicho virus.
Hasta el 18 de agosto se han administrado 4,800 millones de dosis en todo el mundo. Pero la gran mayoría de estas se han aplicado a ciudadanos de países ricos. Solo el 1.3 por ciento de las personas de los países de bajos ingresos han recibido al menos una dosis.
Este tipo de decisiones políticas para añadir una dosis de refuerzo, especialmente en aquellos países que acaparan los suministros globales de vacunas, profundizaran la escasez de vacunas en muchos países; especialmente en aquellos con limitantes económicos.
Otro escrito de este autor: ¿Hasta dónde llegarán los cambios que nos trajo el Año de la Rata?»
"Ofrecer dosis de refuerzo a una gran proporción de la población cuando muchos aún no han recibido ni siquiera una primera dosis, socava el principio de equidad nacional y global. Dar prioridad a las dosis de refuerzo por encima de la rapidez y la amplitud en la cobertura de la dosis inicial, también puede dañar las perspectivas de mitigación global de la pandemia; y esto provocaría graves implicaciones para la salud y el bienestar social y económico de la población en todo el mundo".
Alfonso Rosales, médico epidemiólogo
El imperio de la decisión política sobre decisiones basadas en ciencia, lo único que hace es exacerbar la situación epidémica y el aparecimiento de nuevas mutantes. Tal como sucedió en la India con la variante delta. Además, aumenta substancialmente el riesgo de que las mismas vacunas se vuelvan inefectivas, en detrimento de los mismos ciudadanos de países ricos a los que se pretende priorizar.
Indudablemente, el virus nos muestra una vez más que esta civilización del “selfie” y la constante búsqueda de la satisfacción inmediata por, sobre todo, no esta preparada para la necesaria y urgente cooperación en la búsqueda de poder protegernos todos.
Y de ahí que tal vez, tendríamos que adoptar la recomendación pascaliana: saber quedarse tranquilo en una habitación; es decir, estar "de otro modo en el mundo", ligero, lento, cercano, silencioso y solaz. Tomando en cuenta las necesidades de otras tribus.
*El autor es médico epidemiólogo, salvadoreño radicado en Estados Unidos
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