Con una semana de diferencia, de remitentes diferentes, los tiranos Nicolás Maduro y Daniel Ortega recibieron sendas cartas que por el lenguaje usado en ellas dejan claro es hastío que el mundo está sintiendo por estos dos dictadores latinoamericanos.
El siete de febrero, en respuesta a una carta enviada por Maduro al papa Francisco solicitándole sus buenos oficios como mediador entre el dictador y el presidente interino designado por la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, este le contesta al “excelentísimo señor Maduro”, sin referirse a él como “presidente”.
El papa le dice que aunque siempre ha estado por la mediación, "ya ha habido otros diálogos y desafortunadamente todos fueron interrumpidos porque lo que se había acordado en las reuniones no fue seguido por gestos concretos para implementar los acuerdos, y las palabras parecían deslegitimar las buenas intenciones que se habían escrito”.
Ya el papa había aceptado mediar en octubre de 2016, cuando Maduro le bloqueó a la Asamblea Nacional el proceso de referendo revocatorio contemplado en la Constitución venezolana.
El papa quedó pintado y Maduro concluyó su mandato, y además se reeligió en mayo 2018 en elecciones desconocidas por el Grupo de Lima por considerarlas ilegítimas. Venezuela enfrenta hoy una crisis humanitaria sin precedentes en su historia.
Exactamente una semana más tarde, el jueves 14 de febrero, el dictador Daniel Ortega recibió una dura carta departe del presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, quien en representación del órgano legislativo de la Unión Europea, le reclama.
Porque luego de tres semanas “no ha dado ningún paso que permita deducir intención alguna de satisfacer” las tres peticiones hechas por la delegación de eurodiputados durante la visita de finales de enero.
Las peticiones son:
Pero Tajani, con un lenguaje que difícilmente puede llamarse diplomático le deja claro que están enterados de las represalias que “el régimen” ha tomado contra las presas políticas y contra los periodistas presos Miguel Mora y Lucía Pineda.
“En concreto (su gobierno) garantizó que las personas con las que se reuniría la delegación no serían objeto de represalias posteriores... esta situación resulta intolerante puesto que constituye una falta de respeto a la palabra dada por su gobierno”, dice la carta de Tajani.
Las cartas del papa a Maduro como de Tajani a Ortega dejan claro que ambos tiranos se han quedado sin tiempo y que en el muy corto plazo deben cambiar su actitud o enfrentar serias consecuencias.
En el caso de Maduro, el presidente interino Juan Guaidó, reconocido por Estados Unidos y otros 50 países, ha dicho que la ayuda humanitaria acopiada en Cúcuta, frontera con Venezuela, entrará el sábado 23 de febrero. A menos que Maduro pueda de dejar en ridículo a 50 países, ese día su control del Estado venezolano quedaría en entredicho.
En el caso de Ortega, Tajani, termina su carta advirtiendo que “si el régimen no da muestras concretas de que respeta las tres peticiones que le han sido solicitadas, habrá muy pronto medidas”. Palabras Ortega no las puede tomar a la ligera cuando las sanciones de Estados Unidos le han creando ya un cerco financiero y el país se acerca rápidamente al colapso económico.
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