“Nada puede interponerse en el camino del poder de millones de voces que piden un cambio,” expresó Barack Obama en 2008 durante su campaña electoral. En Nicaragua, millones de voces hacen un llamado de unidad para poner fin a una dictadura y abrir de nuevo el camino hacia la democracia. Un primer paso es construir y fortalecer la Coalición Nacional, como un solo bloque contra el régimen Ortega-Murillo.
Sin embargo, voceros de Ciudadanos por la Libertad (CxL) hablan constantemente de la unidad, pero rehúyen unirse a la Coalición Nacional. Hace unos días, la presidenta de ese partido, Kitty Monterrey, dejó entrever que una de las razones por las cuales no se unen a la Coalición Nacional es porque allí estarían en igualdad de condiciones a las otras organizaciones que ahora integran esa entidad.
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Su argumento principal es que la mayoría de la población es “derechista” y no izquierdista. En ese sentido, dice ella, una organización derechista debería de tener más votos o la mayoría para determinar como debe ser la oposición a Ortega y cuando entrar al proceso electoral.
Puede ser que Monterrey esté en lo correcto al decir que la mayoría de la población es derechista; en el caso que los nicaragüenses relacionaran "izquierda política" con la dictadura, tomando en consideración el nivel de criminalidad y corrupción del régimen Ortega-Murillo.
Pero, aún si eso fuera verdad, no podemos concluir o deducir que CxL merezca más poder que otras organizaciones en la Coalición Nacional. O que sea un partido superior a las otras entidades opositoras.
Este es un argumento similar al que ha usado Ortega al afirmar que "el pueblo es presidente". O que los sandinistas son la mayoría debido a que han obtenido la mayoría de votos. Sin mencionar, desde luego, que para lograr eso han cometido fraudes electorales desde el 2008.
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Este argumento además desconoce la participación, valentía y sacrificio de muchos chavalos y chavalas que eran sandinistas antes del 18 de abril del 2018. O provenían de hogares sandinistas o ex-sandinistas, lo cual está bien documentado.
Al plantear que la derecha tiene más derechos, Kitty Monterrey está prácticamente diciendo que el autoritarismo de izquierda de Daniel Ortega solamente puede ser reemplazado por el autoritarismo de derecha de CxL. Lo cual es incompatible con la democracia o el curso democrático que quiere retomar el pueblo al plantear un cambio de cultura política. Eso es desvirtuar la lucha del pueblo que es democracia versus dictadura, y tratar de remplazarlo con la dicotomía derecha contra izquierda.
En una reciente entrevista, el asesor político de CxL, Bosco Matamoros, dijo que en el proceso electoral de noviembre del 2021 van a participar tres organizaciones políticas: el FSLN, la Coalición Nacional (que, según Matamoros, probablemente se autodestruya antes de esa fecha) y CXL con otros partidos. En un proceso de elecciones justas y transparentes, la participación de dos o tres partidos o alianzas de oposición, favorece a Ortega. Pero eso es algo que aparentemente no le interesa a CxL.
Según Bosco Matamoros, tanto los protagonistas de la Alianza Cívica como los de la UNAB, deben renunciar y desaparecer. Y dejar el espacio solamente a CxL y a sectores que CxL no puede descartar como el Movimiento Campesino y los estudiantes. El respaldo de estos sectores es necesario para que CxL adquiera algo de legitimidad.
Es probable que Matamoros, que afirma tener muy buenos contactos con todas las administraciones estadounidenses, considere equivocadamente que CxL puede obtener el respaldo internacional que necesita. El de Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA), que ha sido otorgado a la Alianza Cívica, a la UNAB y probablemente a la Coalición Nacional. En otras palabras, argumentar que ellos son la verdadera y legítima oposición y que, por lo tanto, deben de tener el respaldo internacional.
Más allá del debate sobre izquierda y derecha, que no es nada útil para derrocar a una dictadura como la de Ortega, el criterio principal para participar solos en la oposición a Ortega lo planteó Kitty Monterrey en un tuit, en el que afirmaba: “…tengan la certeza de que Ciudadanos por la Libertad sí quiere la unidad, pero una unidad decente.”
¿Será que doña Kitty Monterrey cree que puede obligar a la dictadura a realizar las reformas mínimas que garanticen elecciones libres y derrotar al régimen en esas justas acompañada solo por los que ella considera "decentes" según su rasero?
Se deriva, de esos argumentos que CxL, se adjudica el derecho a decidir quien es “decente” o quien es un “verdadero” opositor a Ortega. El problema con eso es que CxL es un partido que participó en las elecciones municipales del 2017, cuando la mayoría del pueblo se abstuvo debido a los fraudes electorales. También partició en las elecciones regionales de la Costa Caribe en 2019. Que se realizaron en plena represión, después de una masacre, con prisioneros políticos y sin garantías de elecciones justas y transparentes. Y cuya personería jurídica—se rumora—fue condicionada a no aliarse con el MRS y otros sectores. CxL no está libre de pecados y está en deuda con el pueblo.
El desafío que tiene el pueblo nicaragüense es salir de una vez por todas de la dictadura Ortega-Murillo. Es un reto urgente; por eso, argumentar por una unidad “pura”, “decente” o solamente con la participación de los “verdaderos” opositores, es politiquería barata que sólo favorece a Daniel Ortega.
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Dos de esos personajes que aparecen en foto, el del sombrerito es socio en una universidad de un corrupto funcionario de las PYMES, el otro fue funcionario de Arnoldo Alemán, no tiene título de ingeniero y pedía COIMAS en Matagalpa por todo proyecto del FISE, además tiene grandes problemas de alcoholismo. Estos representan Doña Kitty la pulcritud de CxL?