Monólogo

En el Día Internacional de la Mujer»

En el Día Internacional de la Mujer

Productoras de plátano de Occidente, beneficiadas por la Cuenta Reto del Milenio. FOTO: Cortesía de Juan Sebastián Chamorro

Juan Sebastián Chamorro

@Jschamorrog

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El 8 de marzo no se “celebra” ni se les felicita a las mujeres como si fuera el Día de su Santo. Se creó el día para que hagamos consciencia de las desigualdades que todavía persisten entre hombres y mujeres

12 de julio del 2005, me estaba alistando para ir a la firma del convenio entre el Gobierno de Nicaragua y la Cuenta Reto del Milenio, en Washington, D.C. Recibí la llamada de un número desconocido, se me presentó como Sylvia Ruth Torrez, de quien ya había oído hablar. El mensaje de la Sylvia era sencillo: las mujeres de occidente harían un plantón en el aeropuerto, piquete exprés de ahora, en protesta porque en el proyecto, las mujeres estaban básicamente invisibilizadas. «Ay mamita», dije, «después de tantas negociaciones con los americanos, con la oposición en la Asamblea de entonces y otros problemas, ahora nos metimos a clavo con las mujeres». Debo decir que Sylvia fue muy amable y nunca fue amenazante, pero que sí iban a protestar fuerte por lo que ellas consideraban una falta grave a los derechos de las mujeres.

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El 8 de marzo no se “celebra” ni se les felicita a las mujeres como si fuera el Día de su Santo. Se creó el día para que hagamos consciencia de las desigualdades que todavía persisten entre hombres y mujeres. Espero que ya sean cada vez menos los hombres que piensan que la discriminación en contra de las mujeres beneficie a los hombres. Cuando negamos un derecho, callamos ante una injusticia, o somos cómplices pasivos al no denunciar el abuso, nos hacemos todos más pequeños y menos seres humanos. Este es un día para recordar que la discriminación contra las mujeres es una discriminación contra nuestra propia humanidad.

La existencia de feminicidios, asesinar a alguien por el sólo hecho de ser mujer, es una aberración cobarde que debe ser erradicada. En Nicaragua los casos de feminicidios son abundantes cada año y no se está haciendo lo suficiente.

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Pero el ataque y la discriminación se da también de otras maneras menos visibles, como el abuso físico, sexual, verbal y sicológico que muchos machos practican amparados en la intimidad del hogar. A esos cobardes, el brazo de la justicia les llegará más temprano que tarde, porque cada día hay más consciencia al respecto.

A pesar de la mayor consciencia, aún hay que trabajar fuerte en las áreas rurales.

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En lo económico, una mujer gana menos por el mismo trabajo que hace un hombre a pesar de tener la misma calificación. Tienen menos probabilidades de solicitar un crédito para su negocio, aunque la buena noticia es que las mujeres, si piden el crédito, tienen más probabilidades de obtenerlo que un hombre. La posesión de activos productivos también es desigual. Mientras un 30 por ciento de los pequeños negocios son propiedad de mujeres, éste número baja al 1 por ciento para el caso de las grandes empresas.

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La tendencia se va moviendo en la dirección correcta, aunque lentamente. Un signo esperanzador es que las mujeres han avanzado mucho en el tema de la educación superior. La población universitaria en Nicaragua es mayoritariamente femenina y esto es una señal esperanzadora que en el futuro las posibilidades de desarrollo de las mujeres serán más favorable que en la actualidad. Carreras que antes estaban dominadas por hombres, ahora son dominadas por jóvenes universitarias que serán pronto profesionales en una Nicaragua libre y democrática.

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La lucha desde abril ha demostrado el papel fundamental de las mujeres. Han sido tantas mujeres que se han destacado que se requerirán volúmenes de libros para registrar sus gestas y luchas. Desde estudiantes jóvenes, campesinas, luchadoras sociales, feministas, sindicalistas, intelectuales, políticas, empresarias, presidentes de cámaras, periodistas, comerciantes, madres, mujeres de a pie, ancianas, mujeres en sillas de ruedas. Han sido un sinnúmero de mujeres que han puesto un gran empeño por sacar adelante Nicaragua, para que sea libre y democrática y también para que sus derechos sean respetados. Por todas ellas debemos estar siempre agradecidos.

Volviendo a 12 de julio del 2005 y la llamada de Sylvia, no hubo piquete express en el aeropuerto porque se negoció con las mujeres de León y Chinandega que se formaría una oficina específica para asegurar que las mujeres fueran visibilizadas. Los colectivos exigieron que para asegurar el resultado, que fuera la misma Sylvia quien se encargara de esa oficina. Fue la mejor decisión. El programa Cuenta del Milenio se convirtió en un ejemplo mundial de programa de desarrollo inclusivo a las mujeres y hasta recibimos el Premio Women Thrive International por una prestigiosa organización en beneficio del avance de las mujeres en el mundo. Cuentas del Milenio de otras partes venía a visitarnos para aprender de la lección de Nicaragua.

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El secreto de ese éxito estuvo en la buena organización que tenían y siguen teniendo las mujeres en esos dos departamentos.

Pero más que premios y reconocimientos, esa experiencia me dejó buenas amistades con mujeres excepcionales que demostraron ser capaces de salir adelante. La cooperativa de mujeres Las Guerreras, fue el primer grupo organizado en el país encargadas del mantenimiento de carreteras. Igualmente la cooperativa Lucrecia Lindo de Puerto Morazán. Mujeres penconas que trabajan cultivando camarón en condiciones que rajan a muchos hombres.

Mujeres del centro de acopio de leche de El Sauce y su fundadora Brenda Palacios, quién siempre nos recibía con su esposo Felipe con un arroz de leche, mi postre favorito. Doña Erlinda quien vende sus productos lácteos en su puesto en León y se trajo a su hija y su hijo que antes vivían fuera del país para que le ayuden en su negocio. Doña Angelita en la salida de León a Poneloya y sus deliciosos quesos, Nubia Baca, lideresa ganadera, las mujeres del Trianón en Posoltega que continúan vendiendo sus productos y cuya planta de acopio se expandió con sus propios recursos.

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Ana Zúñiga de Chinandega que creció con su puesto de venta en el mercado, Danelia Rivera del vivero forestal de Cinco Pinos. Doña Petrona Pérez, recia líder de Cosiguina, al igual que las mujeres de los viveros forestales de Telica y Quezalguaque, quienes están haciendo una lucha contra el cambio climático con sus arbolitos. Las mujeres plataneras en Tonalá quienes aún utilizan los sistemas de riego proporcionados por el programa. Nicomedes Toruño quien ideó el negocio de vender alimento de verano para el ganado basados en jícaros o Anabel Ibarra a quien vimos progresar y construirse la casa de sus sueños. Y así podríamos mencionar a muchas mujeres que salieron adelante y ahí están desarrollándose y educando a sus hijos e hijas.

Reflexionando sobre todas estas mujeres con las que me tocó trabajar puedo encontrar en ellas un factor común: eran emprendedoras y luchadoras. Si las condiciones son adecuadas para equiparar esas desigualdades que aún nos agobian y afectan, se puede generar un cambio en el que todos, hombres y mujeres, seamos mejores.

Texto original en el blog: https://juansebastian.ch

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