Recientemente los medios de comunicación nicaragüenses informaron sobre la constitución del Comité Nacional de la Coalición Nacional. Este hito histórico para nuestro país pareciera transcurrir en una realidad paralela a los intereses y necesidades de la población que dicen representar. Sobre todo por las características alarmantes de su composición.
Conformado en un 76 por ciento por hombres; 86 por ciento por personas del Pacifico; 86 por ciento por políticos tradicionales, y 95 por ciento por miembros mayores de 30 años. Por consiguiente, es una estructura en la que mujeres, líderes territoriales y del Caribe, los rostros emergentes de abril del 2018, y sobre todo los jóvenes universitarios y de los barrios no tienen representación.
Me sorprendió la incapacidad de la opinión pública, para profundizar y cuestionar las repercusiones sociopolíticas sobre la legitimización de los modelos tradicionales para ejercer el poder en Nicaragua. Centrado históricamente en la hegemonía de los hombres, adultos mayores, habitante del Pacifico y vinculados al poder económico familiar y de compadrazgos. Esta dinámica es una extensión cultural de como las élites han dominado el panorama político en nuestro país.
Pero más interesante aún, fue la casi nula reacción de los nicaragüenses en redes sociales. Frente a las demandas públicas de un reducido grupo de estudiantes vinculados a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que exige un rol protagónico de los jóvenes en las estructuras de mando de la Coalición Nacional.
La Insurrección Popular de Abril tiene rostro joven. Pues la anarquía necesita de la rebeldía de la juventud para existir. El sistema tradicional de distribución de cuotas de poder, entre partidos políticos y “empresaurios” es de naturaleza antagónica a la espontaneidad e ingenuidad propia de las juventudes.
Sin embargo, lo que ocurrió después de abril de 2018, fue la gradual burocratización de la resistencia civil. Esto llevó a los jóvenes a un campo donde no tenían experiencia: la Política Criolla Nacional.
Frente a este fenómeno, los líderes de los diferentes grupos juveniles fueron orillados a tomar posturas opuestas. Por un lado se ubicaron los que decidieron actuar como sindicatos blancos. Sometiéndose a las características dinámicas y voluntad política del gran capital o de las organizaciones de la sociedad civil. Ellos han sido premiados con viajes al extranjero, en los que se les ha encomendado ejercer representación diplomática internacional. También los han llevado a vivir en casas de seguridad en zonas exclusivas de Managua y reciben ayuda económica, entre otros beneficios.
El autor también escribió: La oposición debe hallar intereses comunes para forjar la unidad»
En cambio los otros, los disidentes han sido excluidos, invisibilizados y relegados al rol de los incómodos. Nos encontramos ante una dicotomía perversa que otorga privilegios al que se somete, pero castiga a quien mantiene sus demandas.
Sin embargo, tal como quedó demostrado en abril del 2018, un líder territorial no se forja en los salones de negocios del INCAE, escuchando discursos de políticos camaleónicos que bailan al son de los dólares.
Los liderazgos se consolidan en los territorios. De la mano de los campesinos que han sufrido y denunciado la desigualdad social por la que se luchó desde antes de abril. Escuchando y llevando a la práctica las propuestas de los jóvenes que se arriesgaron en los tranques y los que se atrincheraron en las universidades. De todos esos que ahora son considerados incultos y por consiguiente inconsultos.
También retomado las ideas de los excarcelados y exiliados que arriesgaron su vida por Nicaragua. Es decir, los nuevos liderazgos deben reflejar la sangre, los rostros y la esencia propia de abril, que es contraria a los pactos vulgares de los partidos políticos tradicionales y de las organizaciones familiares.
"Los jóvenes de la oposición tienen que aprender de sus contrarios en la Juventud Sandinista del FSLN. Verse en ese espejo para no servir de capital político mediático para beneficios de sus patrocinadores. Están obligados a recordar y retomar los valores y métodos de la lucha popular de abril. Para que la ética, principios y valores que inspiraron esa lucha, les permitan distinguir y alejarse de las relaciones parásitas simbióticas".
Yaser Morazán,
Deben volver su mirada al barrio de donde salieron. Retomar las voces de los que junto a ellos gritaron y cuestionaron al sistema político tradicional nicaragüense. Pensar y hablar como jóvenes, no como empresarios. Ya que ahí radica su verdadero poder de negociación e incidencia.
La visión que tenemos del mundo, sus problemas y soluciones, se deriva del lugar que ocupamos en él. De ahí la importancia de diversificar las voces únicas, y por consiguiente los enfoques, perspectivas y metodologías.
*El autor es trabajador social y psicólogo familiar
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