Desde hace años Nicaragua atraviesa una grave crisis institucional, política y social a la que se sumó la de salud pública provocada por la Covid-19. Se siguen vulnerando sistemáticamente los derechos humanos. No hay libertad de expresión ni de reunión. Persiste la violencia, el asedio y los asesinatos. La policía y los paramilitares siguen reprimiendo. En las cárceles hay más de 90 presos políticos y miles de nicaragüenses permanecen en el exilio.
Hay mucha pobreza, amplios sectores de la población no tienen acceso a los servicios básicos. Cientos de empresas están cerrando y miles de trabajadores están desempleados.
Mientras tanto, la dictadura mantiene una actitud prepotente e ineficaz. No da muestras de voluntad para enfrentar los problemas que tiene el país. En lugar de resolverlos, los agrava día a día.
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Por ello es evidente que para ponerle fin a esta situación, es necesario acabar con la dictadura. Y esto solo se puede lograr por la vía pacífica y democrática mediante el voto de la ciudadanía en unas elecciones libres, justas, verificables y adelantadas. Que deben realizarse, solamente si antes se aprueban las reformas electorales.
La Coalición Nacional nace con la voluntad de trabajar unida para alcanzar la libertad de los presos políticos, la restitución de las libertades públicas y las reformas electorales. La creación de la Coalición Nacional es un paso firme en la búsqueda de abrir un nuevo tiempo en el que tengamos una Nicaragua en democracia, con paz, estabilidad y progreso económico y social sin exclusiones de ningún tipo.
La constitución de la Coalición Nacional representa los deseos de unidad de una gran parte de las organizaciones cívicas, movimientos sociales y partidos políticos. Los dirigentes están convencidos que solo trabajando juntos se podrá elegir un gobierno que resuelva los problemas y de respuesta a las aspiraciones de la ciudadanía.
La creación de la Coalición Nacional debe verse como el inicio de ese nuevo tiempo. Sin embargo, para comenzar a hablar de un verdadero cambio de tiempo, y no simplemente de un tiempo de cambios, es necesario poner en práctica lo que algunos opositores hemos estado pidiendo. Tenemos que implementar una nueva forma de hacer política.
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Pero, ¿cómo debe ser esa la nueva forma de hacer política? La respuesta es sencilla. Hacerla de manera contraria a la forma en la que por siglos, los nicaragüenses la hemos practicado. Con inclusión, participación y colaboración, y sin exclusiones ni egoísmos.
Aquí algunos pincelazos de como debe ser esta nueva forma de hacer política. Que permitirá acabar con lo viejo para abrir las puertas a ese nuevo tiempo que todos anhelamos.
Las dictaduras de Nicaragua, que han sido varias, han sido el resultado de antivalores que perduran y que ahora deben cambiar. En los últimos dos siglos, el individualismo, el egoísmo, el caudillismo y la corrupción han campeado a sus anchas, alimentando ese monstruo de la dictadura que siempre regresa. Aprovechemos la oportunidad que tenemos ahora, de acabar con esta que esperemos sea, la última dictadura de nuestra historia.
Los valores básicos de la nueva forma de hacer política deben ser el servicio, la honradez, la transparencia, el civismo y la democracia. Y debemos enraizarlos profundamente en todos los nicaragüenses. Porque, solo así podremos garantizar los cambios que nos permitan iniciar un nuevo tiempo.
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El momento de cambiar lo viejo por lo nuevo es ahora. Que la agonía de esta dictadura marque el renacimiento de una nueva República, regida por una nueva forma de hacer política.
Si ponemos en práctica esta nueva forma de hacer política daremos paso a ese nuevo tiempo. Podremos construir un gobierno democrático, transparente y eficaz, con reconocimiento internacional. El principal objetivo será modernizar el país, combatir la pobreza y mejorar los servicios públicos. Un nuevo tiempo donde se respeten escrupulosamente los derechos humanos, se propicie y facilite el retorno de todos los exiliados, se garantice que no habrá más presos políticos y se respeten las libertades de cada uno de los y las nicaragüenses.
El reto es ese. Demostremos que somos capaces de convertirnos en una nueva generación de ciudadanos, dispuestos a cambiar la forma de hacer política. Para tomar las riendas de Nicaragua y enderezar de una vez por todas, el tormentoso destino que ha marcado su historia desde la independencia. La oportunidad está dada, no la dejemos pasar.
Texto original en el blog: https://juansebastian.ch/
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Muy buenas palabras de Sebastián Chamorro, ampliamente ha escrito, pero es lógico muchas cosas más y de capital importancia faltan de ser mencionadas y que deben firmar parte de la sociedad y de la república nueva que queremos construir.
El respeto a La Constitución deberá ser sagrada, su articulado y las leyes del Estado igual, deberán ser defendidas mientras estén en vigencia y "nadie estará por encima de la ley", te ampoco ninguna ley del Estado estará contrariando La Constitución ni tampoco estará por encima de La Constitución. Ortega tuvo la osadía de modificar La Constitución y reelegirse y eso no deberá ser más. Además hay que proponer tomar en cuenta al pueblo y no creer que el pueblo es idiota o estúpido o no intelectual para no tomarlo en cuenta.
Lo que se deberá de hacer es mucho si piensan respetar y ser servidor del pueblo y tomaría mucho espacio y tiempo, pero eso es de lo que se trata. Diputados, ya no dedazos, ni puestos sin calificación deberán existir.
Educación, salud,comercio, en pro del pueblo no en beneficio de pocos. Claro el emprendimiento y la investigación deberá ser estimulada, pero sin formar extralimitados beneficios de pocos en detrimentos de muchos......