Monólogo

La Comunidad Internacional arremete con más sanciones contra la dictadura»

La Comunidad Internacional arremete con más sanciones contra la dictadura

Foto tomada de Pixabay

Juan Sebastián Chamorro

@Jschamorrog

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Las dictaduras no se derrocan únicamente con sanciones. Para que se vayan debemos complementar ese frente internacional que está a favor nuestro, con otro interno de lucha cívica y pacífica, de desobediencia, protesta general y presión

Cuando la dictadura pensaba que con la pandemia se libraría de la atención internacional, la Unión Europea y el Reino Unido sancionaron, para iniciar, a seis funcionarios responsables de graves violación a los derechos humanos y de crímenes contra el pueblo.

Digo iniciar porque una vez que la rueda empieza a girar ya no se detiene.

La respuesta de la dictadura ha sido más de su trasnochado discurso. Parafraseando a Sandino, nos acusa a los opositores de cobardes, serviles y vendidos, por promover la aplicación de estas. Vertiendo rencor, incluso hacia sus seguidores que cada vez son menos, y con el cinismo y las mentiras de siempre, la dictadura intenta ocultar sus crímenes. Ese odio demuestra que este castigo les duele.

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No hay cosa que le pese más a la dictadura que las sanciones. En la Mesa de la Negociación no hubo reunión en la que no las mencionaran. Y cuando dije públicamente que el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), debía suspender el financiamiento a la Policía, promovieron una campaña de recolección de firmas para sacarme del equipo negociador. En ese momento percibí cuanto les molestaban las sanciones.

En sus pocas apariciones recientes en televisión, el dictador no ha perdido oportunidad para mencionar las sanciones; esto indica que le siguen doliendo. Por tanto hay que seguir gestionando para que los funcionarios corruptos y violadores de derechos humanos sean sancionados mundialmente.

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En los dos últimos años he palpado las secuelas de dolor y muerte que han dejado estos criminales, ahora justamente sancionados. He percibido el dolor de padres que lloran a su hijito asesinado. He visitado hogares de mártires, muchos de ellos menores de edad, donde junto a su recuerdo quedarán colgadas por siempre las fotografías de sus logros escolares.

Muchas familias me han permitido entrar a la intimidad de sus humildes viviendas y ver los altares que han erigido con las pertenencias de sus seres queridos. Altares silenciosos, ocultos al público, para llorar a solas, que ocuparan por siempre el lugar más importante de sus casas y de sus vidas.
He visto las secuelas física y sicológicas que han dejado las atrocidades cometidas por estos criminales. El dolor del exiliado y de las madres desesperadas que suplican por sus hijos en los portones de las cárceles.

Por todo esto, cuando veo estas sanciones recobro la esperanza y me llega la certeza de que, aunque ahora parezca imposible, sí habrá justicia. Y no está lejano el día en que cada uno de estos actos criminales será castigado.

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Cada sanción es una reivindicación para el pueblo y sobre todo para las víctimas de la represión. Tenemos que reconocer que estas últimas se lograron entre otras cosas, gracias a la labor encomiable de muchos nicaragüenses que mantuvieron allá la presión contra las autoridades del Consejo de la Unión Europea y sus diputados.

Pero es importante dejar claro que las sanciones no son como ellos aseguran, contra el pueblo de Nicaragua. Al contrario, como dijo un eurodiputado: “estas sanciones son más bien para ayudarle al pueblo de Nicaragua a salir cuanto antes de esta dictadura opresora”.

Recientemente y aprovechando la pandemia, se les ocurrió crear un “club de amigos” para ir a la Organización de Naciones Unidas (ONU) a quejarse de las sanciones. Pero lo único que lograron fue que metieran a Nicaragua en el club de los países más represivos del mundo, junto a Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Siria y Rusia, entre otros.

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Resulta repugnante que utilicen la pandemia para aprovecharse y querer zafarse de las sanciones. Cuando es obvio que estas han sido provocadas por su acción criminal, irresponsable e incompetente.

Por su actuar represivo y criminal frente al pueblo, que se agudizó durante los dos últimos años y ahora frente la pandemia, la dictadura se está ganando más sanciones. Y actualmente, es objeto de atención de parte de muchos países del mundo, por ser una de las pocas naciones que ha desatendido las recomendaciones de las organizaciones especializadas en salud pública.

Ocultar información, inventar neumonías atípicas y obligar al personal sanitario a trabajar sin protección, son acciones propias de regímenes totalitarios comunistas que, con falso ropaje de solidaridad, menosprecian la salud y el bienestar del pueblo.

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Los abusos y la irresponsabilidad de la dictadura están siendo documentados en todo el mundo. Y provocaron que a pesar de la pandemia, la Unión Europea y el Reino Unido pusieran atención a la barbarie contra la democracia y ahora contra la salud del pueblo que el régimen Ortega-Murillo está cometiendo. Por esta actitud es que impusieron las sanciones.

Pero tengamos claro que las dictaduras no se derrocan únicamente con sanciones. Para que se vayan debemos complementar ese frente internacional que está a favor nuestro, con un frente interno de lucha cívica y pacífica, de desobediencia, protesta general y presión que genere su salida.

La indignación que sentimos al ver a un régimen que es capaz incluso, de exponer la salud del pueblo para mantenerse en el poder, debe ser la fuente de energía para gritar con más fuerza: ¡De que se van, se van!

Ahora que por su indolencia, la población nicaragüense y el personal sanitario que trabaja bajo la tutela del Estado, están expuestos al contagio, más que nunca debemos promover la unidad. Y acoger en la lucha a aquellos que algún día creyeron en la falsa solidaridad y el disfrazado cristianismo de unos inhumanos que solo quieren perpetuarse en el poder.

Texto original en el blog: https://juansebastian.ch/

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