La Covid-19 es la enfermedad más grave que hemos enfrentado en los últimos cien años. Es la más completa que existe y aún nos falta por aprender más sobre ella. Sabemos que se transmite durante el período de incubación; aunque todavía no se desarrollen los síntomas; que las personas se pueden enfermar y presentar o no malestares; los pacientes se pueden complicar y morir; y que independientemente de la gravedad o que el enfermo no haya sentido ningún síntoma, tendrá daños o secuelas posteriores en su salud.
Por eso ignorar lo que pasa en el mundo; y hacer como que aquí no ocurrirá nada, es rayar en el absurdo más grande en el que podemos caer. Además, es la ignorancia más atrevida. Pues ponemos en riesgo nuestra vida, la de los integrantes de nuestra familia y la de un país entero; solo por no adoptar cambios higiénicos de prevención.
La Covid-19 persistente puede manifestarse tanto en personas que pasaron la enfermedad de manera grave, como en los casos leves. Puede afectar todos los órganos, se presenta tres o más meses después de haber padecido la enfermedad aguda.
Su causa todavía no está confirmada. Pero las teorías apuntan a que el virus permanece oculto en el intestino delgado; se reactiva con otros virus o bien la auto defensa se enreda y ataca a la persona. A la mayoría de los pacientes que se les busca el virus por exámenes de laboratorio no se les encuentra.
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Las mujeres son las más afectadas. Posiblemente por las hormonas, la ovulación y la menstruación. O por virus que tienen como el del papiloma humano que produce el cáncer cérvico uterino; enfermedad que es la primera causa de muerte en el país.
En los estudios se han descrito hasta 201 síntomas o malestares producidos por la Covid persistente. Algunas personas han llegado a manifestar hasta 70 síntomas. En 9 de cada 10 enfermos se presenta cansancio generalizado y malestar general; en 8 de cada 10, dolores de cabeza, dolores musculares y alteraciones en estado de ánimo; y en 7 de cada 10, falta de aire o disnea, dolores articulares, falta de concentración o niebla mental.
A esto hay que agregarle la repercusión psicológica y el estrés traumático que afecta a pacientes, familiares y personal sanitario. Esta enfermedad es una discapacidad, pues a muchos les impide funcionar de manera normal frente a los retos cotidianos.
Estos pacientes deben vacunarse. Hasta ahora después de la vacunación, el 26 por ciento de pacientes con Covid persistente mejoran sus síntomas; y un 18 por ciento empeoran su condición.
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Dado que no se conoce su origen, los tratamientos disponibles se centran en reducir los malestares y realizar rehabilitación física y neuropsicológica.
Debemos visibilizar esta enfermedad, estudiarla más, comprender mejor las quejas de los pacientes, ampliar nuestra visión diagnóstica, acompañar al enfermo, apoyarlo; y pedirle su amplia participación, trabajando en equipo con múltiples especialidades y salud mental.
Por esto, por favor, tome en serio lo que le digo, no se la juegue, no se exponga, evite contagiarse y contagiar a otros. No es una ganga adquirir este virus que te arruina tu calidad de vida o te deprime; y que puede llevarte posteriormente a quitarte la vida o suicidarte, especialmente si sos joven y con poca paciencia, típico de la juventud actual. Joven cuídate y cuida a los demás.
*El autor es médico epidemiólogo de la Clínica Docente Ciudad Sandino
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