La teoría de los sistemas plantea que sin importar que estos sean vivos o mecánicos, para funcionar necesitan que sus partes individuales sumen un todo. Es decir, que los valores operativos de sus integrantes respondan a una misión y visión global. De no ser así, el sistema empieza a fallar hasta colapsar.
Temo que el incumplimiento de esta regla básica, es lo que impide que los grupos de oposición se unan. A pesar de la firma de estatutos, documentos, pronunciamientos y comunicados bien redactados.
A finales del año 2018 tuve la oportunidad de viajar a Washington D.C. como parte de una delegación de nicaragüenses junto a integrantes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y la Unidad Nacional Azul y Blanco, visitamos a representantes de más de diez países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). Entre ellos funcionarios del gobierno de Estados Unidos.
Mi maleta de viaje iba repleta de expectativas sobre mi capacidad para contribuir a elaborar un plan de incidencia política. Pero este nunca se concretó.
Después de una semana de reuniones, al comprobar que fuimos incapaces de elaborar un documento en el que se asignaran roles y tareas a cada sector, la frustración y la impotencia me invadieron. El objetivo era operativizar los discursos de unidad, divulgados a través de los medios de comunicación y las redes sociales; y que al ir acompañados de vistosas fotografías, incrementaban las ilusiones de la gran mayoría de los nicaragüenses que esperaban la tan ansiada unidad.
El último día de la gira, horas antes de la reunión con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, decidí no asistir. Preferí quedarme dormido en el hotel y no seguir siendo parte de una farsa mediática. Porque en esas reuniones se nos preguntaba constantemente qué pensábamos hacer para mantener la presión interna contra el régimen; y la respuesta vacía y sin contenido siempre fue: el dialogo es la solución.
El éxito de la insurrección popular de abril se debió justamente a que la mayor parte de los nicaragüenses, dentro y fuera del país, estábamos en una misma frecuencia. El propósito común era liberar a Nicaragua del régimen Ortega-Murillo. El pueblo valiente, demostró con su ejemplo que las diferencias sociales, políticas, religiosas y económicas, no importan, cuando se tiene un mismo objetivo.
Fuimos testigos de como en los barrios y comunidades rurales, la población instaló sus tranques, apoyados por rostros anónimos que financiaban alimentos, frazadas y medicinas.
Posteriormente y con la mejor de las intenciones, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), invitó a representantes de diferentes sectores a formar parte de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia. Organización integrada por personas de orígenes económicos, sociales y políticos muy diversos. Y que llegaron al Dialogo Nacional a representar ante la dictadura, los anhelos y esperanzas de la mayoría de los nicaragüenses.
Sin embargo, en la medida que el tiempo ha transcurrido, esta organización se ha desvinculado cada vez más del clamor popular. Posteriormente nacieron otras iniciativas. Entre ellas, la Articulación de Movimiento Sociales, la Unidad Nacional Azul y Blanco y más recientemente, la Coalición Nacional. Y a su alrededor, un montón de organizaciones satélites. Todas tienen el mismo fin, unir a los nicaragüenses. Pero todas han fracasado en su intento.
Los humanos somos seres sociales y necesitamos relacionarnos, eso nos lleva a formar grupos y subgrupos. Lo que mantiene unidos a estos grupos, llámense familia, entorno laboral, iglesia, partido político, ONG, etc., es compartir las mismas creencias, principios y valores. Esto los mantiene cohesionados y a su vez permite tener acceso a alimentos, empleo, seguridad y otras necesidades básicas que necesitamos cubrir.
Pero cuando uno o varios de los integrantes de un grupo tienen valores operativos antagónicos a la misión y visión del grupo, pueden suceder dos cosas: El miembro disonante puede ser expulsado o se autoexcluye. O este integrante contamina la dinámica interna de todo el grupo.
"A la oposición nicaragüense no la ha dividido el régimen Ortega-Murillo. Tampoco los críticos mediáticos, o la gente en las redes sociales. Sino sus propios intereses individuales y gremiales. Sus aspiraciones políticas partidarias y su relación con grupos empresariales, unos antagónicos y otros afines al régimen".
Yaser Morazán
Mientras no reconfiguremos las prioridades, la Coalición Nacional habrá nacido intubada y con un periodo de vida muy limitado.
Al “pueblo” le toca seguir fiscalizando la gestión pública en la medida de sus posibilidades y recursos. Estableciendo un acercamiento más sincero con los periodistas y medios de comunicación. Usando las redes sociales para aportar al debate de ideas con de altura. Y manteniéndonos firmes a los principios de los caídos en abril y exigiendo la liberación de los presos políticos.
La insurrección popular de abril, vivirá por siempre, mientras así lo decidamos mediante nuestras acciones éticas. Pero también siendo coherentes con las exigencias de libertad, justicia, democracia, paz y una mejor educación para los nicaragüenses.
*El autor es trabajador social y psicólogo familiar
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Sobre este artículo de opinión quisiera hacer algunos comentarios puntuales:
Para empezar decís que "La teoría de los sistemas plantea que sin importar que estos sean vivos o mecánicos, para funcionar necesitan que sus partes individuales sumen un todo", no necesariamente, lo que plantea la teoría general de sistemas es que para que un sistema exista se deben dar una serie de condiciones: debe existir un limite, deben existir componentes y deben existir interacciones entre estos. Después decís que "De no ser así, el sistema empieza a fallar hasta colapsar", esto tampoco es cierto, lo que dice la teoría es que si uno de los componentes cambia, se modifica todo el sistema, pero este no deja de existir, solo cambia su comportamiento y además de eso el sistema no es la suma de sus partes, el sistema siempre es mayor a la suma de sus partes.
A partir de esas dos premisas que ya vimos que no son muy precisas, estableces tu argumento principal diciendo que "Temo que el incumplimiento de esta regla básica, es lo que impide que los grupos de oposición se unan", este planteamiento es incorrecto, por dos razones: primero los sistemas viviente, dinámicos, disponen de un espectro potencialmente infinito de posibilidades de comportamiento; segundo, desde el punto de vista histórico el problema que hemos tenido en Nicaragua ha sido la ausencia de un Estado legitimo, porque se han dado varios procesos de formación del Estado que han sido abortados, y además de esto a lo largo de nuestra historia y sobre todo actualmente, existen muy pocos espacios para el debate público y esto ha provocado que se buscan otros causes para establecer ese debate y desafortunadamente el cause más común ha sido la descalificación y desligitimización como una forma de lucha por el poder.
Y después, pues no comparto mucho de lo que decís en el resto de tu artículo y tampoco me parece que aportes nada nuevo, pero por tu carácter de influencer quisiera hacerte una pregunta ¿que pasaría si todos y todas nos abandonáramos a la frustración y nos quedáramos dormidos? ¿Eso nos convierte en parte de la solución o parte del problema?