La Covid-19 provoca un efecto directo en la salud física y mental. En mi experiencia médica no había atendido a tantos pacientes con niveles tan altos de ansiedad. Es decir, temor a algo que puede ocurrir sin poder precisar qué es y la angustia tan grande que eso genera; ese miedo a que pase algo y que hasta te paraliza.
Definitivamente quienes enfrentan esta situación requieren más tiempo, ser escuchados, comprendidos y orientados; ya que no cuentan con capacidades propias para afrontar la situación. Además, esto no solo pasa con el paciente, se extiende a la familia y hasta amistades.
Antes de la pandemia lo que se reportaba más frecuentemente era la ansiedad, angustia, estrés, depresión y abuso de sustancias. Pero a la situación que ya era estresante ─particularmente en nuestro país─ con problemas viejos de salud mental no resueltos; se suman los nuevos riesgos que aumentan la posibilidad de deteriorar nuestro estado mental.
A lo anterior debemos sumar que existen problemas de salud mental que tendremos de inmediato, a corto y largo plazo; y esto deteriora nuestra calidad de vida.
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En otros países se han emitido alertas contra el suicidio, ya que la epidemia ha incrementado los casos. En Nicaragua se registra uno diario; pero obviamente tenemos un gran subregistro. A eso se suma el estigma que nos impide que la muerte inesperada pueda servir de testimonio; para que tomemos conciencia sobre este problema y aprendamos a evitarlo.
"Debemos reconocer que en nuestro país nunca hemos podido curar las heridas psicológicas ocurridas desde hace décadas. Traumas generados por desastres naturales y otros provocados por nosotros mismos. Y en los últimos años, sobre esa herida mental hemos seguido poniendo limón; ácido y más ácido que deteriora progresivamente nuestra salud mental, aunque nosotros no lo reconozcamos ó no lo sepamos identificar".
Leonel Argüello Yrigoyen, epidemiólogo
Para decirlo más claro, a partir de 2018, nuestro vaso lleno de resiliencia o capacidad de afrontamiento, se comenzó a rebalsar. Esto lo provocó la crisis sociopolítica y económica; que luego que se agudizó con la pandemia de la Covid-19, que nos sigue arrebatando muertes evitables y generando mucha incertidumbre.
Es necesario reconocer lo anterior para pedir ayuda psicológica; o tomar acciones que nos permitan mejorar nuestra defensa, adaptarnos y funcionar de la mejor manera posible.
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La Covid-19 no sólo enferma, complica y mata. También, hasta el 75 por ciento de la población infectada ─sin importar si presentó o no síntomas─ puede sufrir secuelas o daño de carácter permanente; y estos disminuirán su calidad de vida.
Preocupa sobremanera la juventud inmediatista, que al padecer estos problemas crónicos a edad temprana puede fácilmente entrar en ansiedad, angustia, depresión y suicidio; y a eso hay que sumarle que también pueden presentar problemas neurológicos cuyos efectos aún están en estudio e investigación.
Recordemos que nuestra juventud está bajo diferentes riesgos que incrementan el deterioro de su salud mental; entre ellos el estrés, el miedo, la violencia, la pobreza, el abuso del alcohol y las drogas y la soledad; pero también las inequidades sociales que se reparten de manera desigual en nuestro país.
Cuidemos a nuestros jóvenes y estemos alerta porque su salud mental está en riesgo.
*El autor es médico epidemiólogo de la Clínica Docente Ciudad Sandino
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