En un momento determinado cuando ya llevábamos un rato conversando confesó que su marido la había violado. Yo sentí que se me abría un hueco en el pecho y otro en el estómago. Ella empezó a llorar.
No hay preparación posible para escuchar algo así. Sí, hay noticias, protestas, información sobre la brutalidad que tantas mujeres padecen, pero es frente a una víctima cuando ves el rostro del horror. Aunque lo peor fue una pregunta hecha entre lágrimas, una pregunta que refleja cómo la antigua y pesada losa patriarcal nos aplasta como mujeres: “¿Cómo lo iba a denunciar si es mi marido?”.
Con la rabia y el asco recorriéndome el cuerpo empecé a preguntarme por qué esta mujer no se separó de ese hombre inmediatamente. Encontré respuestas en una investigación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizada en 2013. Este trabajo fue basado en encuestas efectuadas en Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Namibia, Perú, Tanzania, Samoa, Serbia, Montenegro y Tailandia. Las razones que ellas argumentaron, tristemente son parecidas a las que una nicaragüense podría aducir:
A esto deben sumarse esas creencias dañinas que ubican al sexo como una obligación matrimonial, una “necesidad” del hombre o un “deber” de la mujer.
Otro artículo de Génesis Hernández: Joan Margarit y Francisco Luzón, lecciones de vida y muerte»
Cuántas veces hemos escuchado que “si tu marido quiere tener relaciones y vos no, va a creer que tenés otro hombre”. O que “si tu marido quiere tener relaciones y vos no, se va a buscar a otra mujer”. Y así podríamos mencionar una larga lista de frases cada una más retrógrada, machista y peligrosa que la anterior. Principalmente, porque se dicen sin pensar que la mujer que la escucha puede estar sufriendo violencia.
Los datos de la Organización Mundial de la Salud indican que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja. Eso significa que no ser una víctima es casi un privilegio. Y que no debería extrañarme que más mujeres con quienes me relaciono, sean familiares, amigas o vecinas estén siendo violadas por sus compañeros sentimentales.
La autora también escribió: Cuidado con la infoxicación, hay que desintoxicarse de las redes sociales»
Decidí escribir esto para no dejarme envolver por la impotencia. Porque pensé, esta mujer pudo hablarlo y luego de un tiempo, separarse de su abusador, pero hay miles que sufren, se lo callan y siguen sufriendo. Pero para eso existen estos espacios, para alzar la voz. Para decir sin cesar que esto no es normal. Que violación es violación. No importa quién sea el violador. Y que si el violador es tu marido o tu novio de ninguna manera está justificado. Porque ni tu marido, ni tu novio son dueños de tu cuerpo, ni están por encima de tu consentimiento. Nadie lo está.
Llegó la Navidad de 2021 y en Nicaragua hay 160 presos políticos. En estos días…
Actualmente sabemos que la variante ómicron que produce la COVID-19 es más contagiosa que la…
Con la promesa de mostrar al mundo las más novedosas innovaciones para la salud, seguridad,…
A 23 meses de haberse notificado el primer caso de COVID-19 y tras una estimación…
Sé que es momento de recogimiento familiar, de reuniones y fiestas y no digo que…
Me llamó la atención el término flow del título y decidí investigar el tema. Les…