Mientras escribo, tengo el presentimiento que sí habrá Navidad con presos políticos. Ojalá me equivoque y en el último momento el Preso 198 recuerde las veces que le tocó estar ahí, tantas navidades encerrado y sin ver a sus familiares.
Doña Lidia firme, luchando por su hijo como ahora lo hacen muchas. Igual que una generación anterior y otra a la anterior y así sucesivamente, ahí andan las madres desesperadas, tomándose templos, luchando, parando el tráfico, aguantando sol, garrote y las miradas de los indiferentes.
Ahí andan las madres de los presos políticos, angustiadas por la salud de sus chavalos; que si tienen luz, que si los comunes los tratan mal, que los zancudos, que como se secan cuando les permiten bañarse, que si les pegan, que si los empastillan. Martirio día y noche.
No esperemos mucho del 198, el rencor y el resentimiento pueden más. Las palabras de cristiandad, solidaridad y amor son sólo letras que han quedado en los rótulos desteñidos que aún quedan en la Avenida Bolívar, los que estaban en otros lugares los quemaron, y estos ya nos los reemplazan por falta de plata.
Otro artículo de autor: De garroteadores y otras turbas»
El encarcelado, carceleando jóvenes, igual que cuando él era joven y el barrigón lo metía preso a él y a otros de su generación. Y en la cárcel, el 198 quizás soñaba las mismas cosas que estos jóvenes, que ya no tienen número porque se perdió la cuenta. Ya no importa contarlos, se rompieron todas las marcas, el 198 ganó la contienda y ahora tiene el récord de mayor número de presos en nuestra historia.
Pero volviendo a las madres de los presos políticos, pensemos en ellas en esta Nochebuena. En esa silla vacía, frente a la que muchas familias no podrán evitar la angustia. En la nuestra, donde debía estar una esperanzadora sonrisa y unos ojos verdes, habrá un vacío, un silencio, un regalo sin abrir y un niño preguntando dónde está su madre, y un familiar diciendo “no está por luchar por vos, ya vendrá y cuando regrese no habrá más navidades en las que tengan que separarse”.
No habrán más sillas vacías en ninguna casa de Nicaragua, esa Nicaragua es posible.
Texto original del blog: https://juansebastian.ch/
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