¿Provocará cambios en la estrategia de vacunación la nueva variante ómicron?»
Alfonso Rosales
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Aunque todavía no hay estudios concluyentes, todo parece indicar que para evitar más afectaciones por la variante ómicron la vacuna de refuerzo será necesaria para toda la población
A 23 meses de haberse notificado el primer caso de COVID-19 y tras una estimación mundial de 260 millones de casos y 5.2 millones de muertes, se notifica una nueva variante preocupante del SARS-CoV-2 (VoC): la ómicron (B.1.1.529). Apareció, lógicamente, donde las coberturas de vacunación son las más bajas a nivel mundial: en el continente africano. Esto sucede por la inequidad al acceso de dichas vacunas y no porque los sistemas de distribución nacionales sean débiles.
Esta nueva variante apareció a un mes de la celebración de la Natividad. Cuando los impactos negativos en el bienestar social, mental, económico y en la salud pública, incluida la mental, son más tangibles; y han generado cansancio y desesperanza a nivel mundial.
"Este nuevo actor, parece haber adquirido nuevas capacidades genómicas que le permiten transformarse en un ente más infeccioso; y además, con mayores capacidades de engañar a nuestro sistema inmunológico. Y su entrada en escena está cambiando las previsiones que teníamos con respecto a las estrategias para hacer frente a la pandemia, entre ellas la de vacunación".
Alfonso Rosales, médico epidemiólogo
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¿Pero qué tan grave es la situación?
Dos semanas después de su aparición, se ha dispersado en más de 57 países y seis continentes; y los primeros estudios parecen indicar que ómicron es mucho más infecciosa que la variante delta, que actualmente es la dominante a nivel mundial. Lo más preocupante para la comunidad científica internacional, es que al compararla con la variante delta, todo parece indicar que, “la misma cantidad de anticuerpos neutraliza mucho menos al virus".
Esto significa que ómicron tiene una mayor capacidad de resistencia a nuestro sistema inmune y por tanto a las vacunas actuales. Y aunque esta evidencia se produce a través de estudios “in vitro”, que no captan la efectividad del segundo brazo defensor de nuestro sistema inmune, la inmunidad celular, si es motivo para que nos comencemos a plantear una nueva variante en la estrategia de vacunación.
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¿Qué cambios se están planteando?
El informe de la nueva variante ha hecho que los gobiernos nacionales reaccionen con la reintroducción de medidas no farmacéuticas; y que intensifiquen los programas de refuerzo de vacunas, con la esperanza de retrasar la propagación de la ómicron. Sin embargo, la respuesta inmediata de algunos gobiernos fue la prohibición de viajar a Sudáfrica.
El objetivo de las prohibiciones es aparentemente, evitar la propagación de la variante ómicron. La justificación política parece lógica: los gobiernos quieren dar una sensación de seguridad a su ciudadanía y la prohibición de viajar parece una solución directa para hacerlo.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que tales restricciones tendrían un impacto perjudicial en los países objetivo. Al restringir los viajes desde estas zonas, las economías de estos países se verán perjudicadas; esto a su vez mermará su capacidad para combatir la pandemia.
Por tanto, Sudáfrica está siendo castigada por ser el primer país en dar la alarma. Para que el cierre de fronteras fuese efectivo, se deberían tener dos precondiciones. La primera, que el foco de infección estuviese identificado y localizado. Y la segunda, que todos los países cerrasen fronteras simultáneamente. En la práctica, una intervención extremadamente difícil de implementar. Por ello, el cierre de fronteras es una intervención inefectiva.
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¿Toda la población necesita tercera dosis?
Por el contrario, dos estudios, que acaban de aparecer en New England Journal of Medicine (NEJM), evidencian el poderoso efecto de una tercera dosis. Uno de ellos, explica que la aplicación de una tercera dosis (Pfizer), pudiese reducir la mortalidad en un 90 por ciento, esto en comparación con un esquema de dos dosis. El segundo, indica que esta tercera dosis reduce tanto la posibilidad de sufrir enfermedad grave, así como la tasa de infección.
El planteamiento inicial de la comunidad científica era que la tercera dosis se aplicara únicamente a poblaciones en alto riesgo, personas de 65 años o más, con enfermedades crónicas y trabajadores de salud de primera línea. Sin embargo, ómicron nos cambia ese planteamiento.
La balanza parece inclinarse a una nueva recomendación y planteamiento de los programas de vacunación. Recomendar la tercera dosis a todas las poblaciones, independiente de edad, enfermedades asociadas o riesgo de trabajo.
Ante un virus en constante cambio, es fundamental que nuestras estrategias para abordarlo también muten.
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