Por hábito o como parte de nuestra cultura, estamos acostumbrados a tomar decisiones que no necesariamente son informadas; es decir, que sin tener suficientes datos y sin contar con las suficientes pruebas o evidencias, decidimos sobre un asunto. El resultado es que algunas veces acertamos y otras no. Y en parte la experiencia acumulada ayuda a equivocarnos menos.
Lo anterior sucede a nivel personal y puede o no, tener implicaciones negativas o positivas a nivel individual, familiar o comunitario. No obstante, cuando entramos al ámbito de lo colectivo, donde nuestras decisiones pueden ayudar a construir algo positivo o a destruir, el impacto en la población es enorme y muchas veces es irreversible. Por eso las políticas públicas deben tener como finalidad, buscar y alcanzar la prosperidad de los habitantes, en base a sus necesidades crecientes.
En el área de la salud, las evidencias basadas en investigaciones científicas, que cumplan todos los parámetros exigidos dentro de la rigurosidad metodológica y en las mejores prácticas médicas, benefician cada vez a más personas. Con ellas se reducen los riesgos con intervenciones de demostrada eficacia y disminuyen los daños que pudiesen causarse.
Una evidencia científica no es lo que uno cree, lo que quisiéramos que sea, lo que nos conviene; ni lo que quiera mi jefe, ni lo que mi religión o mi ideología dicte. No, una evidencia científica es algo que se basa en hechos reales. Y que al repetir el experimento o la acción te lleva a obtener siempre los mismos resultados, una vez que quitas todos los distractores que pueden llevarte a una conclusión y recomendación equivocada.
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Ayuda mucho contar con datos fiables y transparentes. Es importante tener a manos y usar sistemáticamente sistemas de información que faciliten tablas, gráficos, fórmulas y otros. Ya que estos agilizan y permitan el análisis consciente y objetivo para la toma de decisiones basada en la información. Y la carencia de eso solo lleva a las equivocaciones.
Por supuesto, con el tiempo y la práctica vemos que algunas cosas que en un momento determinado fueron ciertas dejan de serlo. Esto es absolutamente normal, ya que los métodos y las formas de medir van mejorando progresivamente. Sino, veamos como la tecnología ha cambiado muy rápidamente nuestras vidas. Por poner un ejemplo, en las comunicaciones ha sido y sigue siendo una revolución interminable.
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La utilización de la salud pública basada en la evidencia, permite disponer de mejores criterios para formular intervenciones de promoción de la salud, prevención de enfermedades y vigilancia en salud pública. Para formular estas intervenciones, se requiere el uso de la metodología científica, la multidisciplinariedad y la aplicación de métodos de planificación, seguimiento, control y evaluación.
No podemos además seguir midiendo las cosas sin instrumentos o herramientas. Si queremos brindar a la población y a nuestros pacientes, lo mejor que le podamos ofrecer para mejorar su salud y el bienestar integral, tenemos que usar todo lo que esté a nuestro alcance.
El autor es médico epidemiólogo
Texto original en: https://www.facebook.com/PorTuSaludNicaragua/
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